La importancia de la movilidad articular y su entrenamiento
Los ejercicios de movilidad articular son siempre los más olvidados
Cuando realizamos un ejercicio físico el acondicionamiento de nuestro cuerpo debe ser lo más completo posible, para así evitar lesiones inesperadas y alcanzar un nivel óptimo de rendimiento. Lamentablemente, existe una práctica que pasa inadvertida en la mayoría de rutinas de entrenamiento: la movilidad articular.
Como su propio nombre indica, estamos ante la capacidad de movimiento de las articulaciones, en el sentido más amplio y dinámico de la palabra. Para que este ejercicio tenga los resultados esperados es necesario encontrar el equilibrio entre todos los músculos que rodean la articulación, de ahí su precisión. El mejor momento para estimular la movilidad articular es en la fase de calentamiento, es decir, al inicio de la sesión de ejercicios. Haciendo especial hincapié en las zonas más propensas a sufrir lesiones como la cadera, el cuello, las rodillas, los tobillos o el tronco.
¿Por qué es tan importante la movilidad articular?
El músculo se debe fortalecer en sintonía con aquellos elementos que forman parte de su funcionamiento como los tendones, los ligamentos y, por supuesto, las articulaciones. Si centramos todo el trabajo en la fuerza muscular, el resto de piezas terminarán por desgarrarse o desprenderse, ocasionando un auténtico destrozo. Sin embargo, los efectos de una buena movilidad articular se extienden a:
- El aumento de la frecuencia cardíaca
- La dilatación de las vías ventilatorias
- El incremento de los substratos energéticos y el oxígeno en la circulación
- La disminución de la viscosa muscular
- La mejora de los procesos neuromusculares
- Una adecuada redistribución del flujo sanguíneo
Cómo ejercitar la movilidad articular
Como ya hemos mencionado con anterioridad, conviene cultivar la movilidad articular de manera previa a la realización de cualquier ejercicio. En este punto, el aumento de temperatura facilitará el estiramiento de los distintos núcleos articulares. Para conseguirlo, se recomienda empezar con un entrenamiento estático, a través de tres o cuatro series de 15 repeticiones cada una.
Sin embargo, si optamos por una estimulación posterior a la actividad física, lo mejor en centrar la atención en la recuperación de los tejidos que han participado en el ejercicio. Cuanto más intenso haya sido el esfuerzo, mayor interés debemos poner en la realización de la movilidad articular y sus estiramientos.
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