OkSalud
Coordinadora del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN)

Dra. Sánchez del Valle: «Los marcadores plasmáticos son el futuro de la detección del alzheimer»

Ya hay test de marcadores amiloides en sangre que se comercializan pero hay nuevas investigaciones en marcha

Se prevé que el número total de personas con Alzheimer alcance los 50 millones en 2030, según la OMS

La demencia es una de las principales causas de discapacidad y dependencia entre las personas mayores en el mundo entero. La enfermedad de Alzheimer acapara entre un 60% y un 70% de los casos de demencia en el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este organismo prevé que en el 2030 habrá más de 82 millones de personas afectadas por demencia, alrededor de 50 millones de ellas por Alzheimer.
Hay un consenso general, por parte de la comunidad científica y de las asociaciones de pacientes, de que para tratar el Alzheimer debe haber un diagnóstico lo más precoz y lo más exacto posible. La detección precoz resulta fundamental para mejorar la calidad de vida del paciente y de su entorno, para el aumento de la autonomía personal y el mantenimiento de las capacidades cognitivas el máximo tiempo posible.

Para hablarnos sobre la evolución y los nuevos métodos de detección y diagnóstico de esta enfermedad, OKSALUD entrevista a la coordinadora del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN) y jefe de Servicio del Hospital Clínico de Barcelona la doctora Raquel Sánchez del Valle.

PREGUNTA.- ¿Cuáles son los métodos de detección del Alzheimer? ¿Cómo han evolucionado?

RESPUESTA.- En el año 2011, los especialistas sólo contábamos con dos herramientas básicas para la detección de la enfermedad: el escáner y la entrevista clínica. Ambas servían para diagnosticar la enfermedad pero el porcentaje de error estaba en torno al 30%. A partir de 2011, se introdujeron dos nuevos elementos que han sido básicos para la detección y el tratamiento: el PET amiloide y el análisis de líquido cefalorraquídeo que descendieron los errores hasta el 5%. Ahora, en los últimos años, se están investigando otras vías menos invasivas y más rápidas basadas en la búsqueda de marcadores amiloides en plasma mediante análisis de sangre.

P.- ¿Estas pruebas son accesibles para todo el mundo? ¿Están en los hospitales?

R.- El estudio del líquido cefalorraquídeo es un test bastante sencillo pero requiere una punción lumbar para extraerlo. Esta punción es una prueba invasiva y como tal, tiene sus límites, en algunos pacientes no se puede realizar y otros, no quieren hacérsela. Además, requiere de un equipo médico y una dotación específica para extraerlo por lo que resulta una prueba complicada aunque se realiza en casi todas las unidades médicas. También es costosa porque implica un equipo médico y una operativa que resulta compleja.

Actualmente, el PET amiloide se puede hacer en bastantes unidades hospitalarias de diagnóstico pero hay pocos y están muy ocupados. Los nuevos test de detección en sangre todavía no están en los hospitales porque requieren una tecnología muy específica que casi no está disponible en España.

P.- ¿En qué consisten esos nuevos test de detección temprana en sangre del Alzheimer? ¿Es posible el diagnóstico con muchos años de antelación?

R.- Lo que actualmente está en investigación y desarrollo es buscar pruebas en sangre que puedan dar resultados similares a las que obtenemos normalmente con las otras pruebas médicas. Al ser mediante extracción de una muestra de sangre, estas pruebas resultarían mucho más simples y también más accesibles ya que no necesitarían del apoyo de un equipo médico ni de una herramienta como el PET.

Hay toda una investigación en marcha sobre los marcadores plasmáticos en sangre. Lo que hacen estos test es intentar reflejar lo que está ocurriendo en el cerebro del paciente. Ya sabemos que los cambios en el cerebro de un paciente con Alzheimer empiezan unos 15 o 20 años antes de que se inicie la sintomatología, si tenemos un marcador que nos pueda reflejar que esto está pasando, podemos adelantarnos al diagnóstico antes de la sintomatología. Por lo tanto, sí es posible detectar la enfermedad con antelación gracias a estos test pero con algunas limitaciones.

Esto está muy bien desde el punto de vista de la investigación pero, también, ahora mismo, es un problema porque seguimos necesitando de la entrevista clínica para interpretar si los síntomas son atribuibles a la patología o no. Los cambios detectados en el cerebro pueden deberse a otras patologías neurológicas o a simples cambios cerebrales ya que, el 20% de la población general de más de 75 años, tiene alteraciones en el cerebro y no siempre clínicas.

P.- ¿Recientemente se han presentado nuevos test que están pendientes de ser aprobados por la UE? ¿Hasta qué punto su eficacia está probada?

R.- Ya hay dos generaciones de este tipo de test en el mercado. La primera generación tiene el marcaje UE, pero, recientemente, la normativa ha cambiado y tienen que volver a ser aprobados, algo que se espera ocurra este año. La primera generación de este tipo de test, como es el caso del Precivity AD-Bloodtest, se están usando en EEUU para valorar el nivel de amiloides pero tiene unos resultados que no son tan buenos como los obtenidos con el PET y el líquido cefalorraquídeo. Además, la metodología está muy limitada porque se trata de nuevas tecnologías que no están disponibles en los hospitales y hace difícil su realización a nivel general.

El precio de estos test es casi el mismo que el de un PET, con lo cual, en España, no es competitivo, sobre todo si el resultado no es tan bueno. Ahora, esta empresa acaba de presentar la segunda generación de test que añade otro marcador, el ApoE4. Con este tercer marcador ha aumentado su fiabilidad diagnóstica pero sigue siendo muy caro. Actualmente, hay varias entidades comerciales que están investigando y desarrollando este tipo de detección de marcadores en sangre para que resulten más baratos y accesibles. Lo que se busca es encontrar reactivos que se puedan encontrar con tecnologías ya disponibles en los hospitales.

Por eso no me atrevo a decir que el test Precivity sea el que triunfe en el mercado. Sin embargo, estoy convencida de que los marcadores plasmáticos en sangre van a ser aprobados definitivamente por la UE.

P.- ¿Estos test se comercializan en España? ¿Se investiga en esta metodología?

R.-El precio de la primera generación de estos test, alrededor de 1.250€ y la necesidad de la una tecnología específica hace que en España casi no se estén usando. En muchos centros hospitalarios estamos llevando a cabo investigaciones usando estos marcadores plasmáticos en un contexto de investigación porque no tienen la autorización para diagnóstico y estamos usando metodologías que son mucho más accesibles para la tecnología que tenemos en España, lo que abarata el coste de la prueba y facilita su ejecución. Estamos hablando de reactivos que cuestan alrededor entre el 25-75€ (sin tener en cuenta el precio del analista), por eso este test resulta poco competitivo en España y en el mercado europeo.

P.- De cara al futuro… ¿Estos test serán determinantes para el diagnóstico de la enfermedad?

R.- Los marcadores plasmáticos son el futuro porque detectan los cambios en el cerebro y serán una herramienta básica para los neurólogos. Esta metodología permitirá poder realizar una prueba diagnóstica a todos los pacientes que acudan a evaluación clínica sin necesidad de problemas dotacionales o presupuestarios. Sólo habría que realizar el PET amiloide o la punción lumbar a un número limitado de pacientes, lo que ahorraría gastos y sufrimiento a muchos ellos.

Es importante recalcar que estos test se tienen que hacer en el contexto de una evaluación neurológica por parte de un especialista, porque tal y como he mencionado antes, hay que hacer una valoración de los resultados para eliminar que se trate de otra enfermedad o de cambios fisiológicos del cerebro debido a la edad. El valor predictivo negativo de estos test es muy alto, si los marcadores dicen que no tienes Alzeihmer es muy probable que no lo tengas pero si te dicen que sí, hay que valorar si se corresponden o no con la enfermedad. Estos test tienen otra ventaja, como son simples análisis de sangre, es muy fácil hacer un seguimiento de los pacientes y ver la evolución en periodos de tiempo determinados, algo que con los otros métodos de detección es mucho más difícil.

P.- ¿Qué vías se están investigando en prevención y tratamiento de la enfermedad?

R.- Actualmente, no tenemos tratamientos preventivos para el Alzheimer, sólo tenemos tratamiento para los pacientes afectados. Los nuevos test nos pueden servir para diagnosticar en un contexto clínico de evaluación. Todavía están en espera de certificación por la UE a lo largo de 2023. Una segunda vía de investigación se centra en los fármacos. Se está discutiendo si la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) va a aprobar los fármacos antiamiloides.

El problema está en que para administrar estos fármacos a un paciente, primero habría que asegurarse de que tienen esta proteína alterada según los marcadores de las pruebas diagnósticas y además, se cree que estos tratamientos que son para limpiar el amiloide, se tendrían que dar hasta limpiarlo pero una vez limpio, ya no tendría sentido seguir administrándolos.

Desde la comunidad de investigadores vemos que estos fármacos antiamiloides tienen unos beneficios clínicamente discretos, riesgos potenciales y complicaciones porque son tratamientos intravenosos que hay que administrar complicada cada quince días y con un coste elevado. No lo vemos como el fármaco definitivo sino como el que puede abrir la puerta a otros más desarrollados y eficaces. Los test de detección de amiloides en plasma también nos servirían para saber si los fármacos están funcionando y hasta cuándo hay que administrarlos. Este podría ser el futuro de aplicación de estos test de detección en plasma a corto plazo, si los fármacos se aprobaran en la agencia europea.

Un tercer nivel de investigación, muy teórico, es que, si algún momento, surgieran intervenciones o tratamientos que pudiesen hacer una prevención de los síntomas del Alzheimer, podríamos hacer un uso extendido de estos test a toda la población pero este nivel está todavía en investigación y muy lejos de la práctica clínica habitual. De las tres vías de investigación abiertas, en relación al tiempo, podemos decir que el diagnóstico precoz ya las tenemos, la monitorización mediante fármacos o el uso de fármacos antiamiloides están pendientes de aprobación y la detección preclínica a nivel poblacional está todavía muy lejos.

P.- ¿Hacia dónde se dirige la investigación de cara a futuro, según su opinión?

R.- Creo que probablemente, no haya un solo fármaco para curar la enfermedad de Alzheimer, lo que cambia el panorama o el curso evolutivo de la enfermedad es que sea una combinación de fármacos. Se trataría de combinar diferentes tratamientos, no ir contra una proteína en concreto sino contra varias y otros mecanismos que están presentes en la enfermedad. Por otra parte, tendremos que ir identificando los ‘subtipos’, igual que pasa con el cáncer, para poder dar con un tratamiento a cada tipo y sobre todo, tender a la medicina personalizada, algo que ahora, en el Alzheimer es algo muy a futuro. Los investigadores de las enfermedades neurodegenerativas tenemos que conseguir lo que ha pasado con el cáncer, que en muy poco tiempo se ha avanzado muchísimo en ‘subtipar’ y en aplicar tratamientos personalizados y específicos.