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Una dieta sana no contrarresta los efectos nocivos de la sal

El 42,6% de la población adulta sea hipertensa

La sal se ha convertido con el paso del tiempo en un enemigo acérrimo de nuestra salud. No es un secreto que el consumo excesivo de este popular condimento tiene efectos nocivos en el organismo, sobre todo relacionados con el sistema cardiovascular o la presión arterial. Sin embargo, numerosos estudios también han relacionado los alimentos extremadamente salados con un deterioro cognitivo y una disminución del desarrollo cerebral.

Cinco gramos de sal es la cantidad diaria recomendada.

Síntomas que el paciente siempre ha intentado combatir con una dieta sana y equilibrada. Una solución que ahora resulta ineficaz para ese 42% de la población adulta que sufre hipertensión. Un equipo de investigadores de la Universidad del Noroeste en Chicago ha analizado durante cuatro años los hábitos alimenticios de una muestra de 4.680 hombres y mujeres. El estudio determina que el consumo de frutas y verduras no contrarresta las secuelas del exceso de sal.

Una dieta rica en sodio

Los alimentos procesados son la fuente principal del exceso de sal.

El problema radica en que frente a los 5 gramos de sal diaria recomendada por la Organización Mundial de la Salud, el hombre ingiere de media casi el doble. Un impacto muy complicado de paliar con otros hábitos alimenticios. Y es que no solo hablamos de la influencia de la sal de mesa, sino también de aquella que va implícita en la mayoría de productos procesados.

El sodio de estos ingredientes es muy superior al potasio o el resto de proteínas y minerales con los que una dieta saludable busca erradicarlo. «Actualmente hay una epidemia mundial de exceso de consumo de sal e hipertensión. Este estudio muestra que no hay manera de hacer trampas en lo que a la presión sanguínea se refiere», explica Queeni Chan, doctor del Imperial College de Londres y autor del estudio.

Única solución

La única solución es evitar a toda costa este condimento.

Ante este panorama tan desolador, la única solución posible es llevar una dieta estricta baja en sal. Un cuidado que se extiende a la comprobación de las etiquetas nutricionales de los alimentos que adquirimos en el supermercado, fuente principal de este tipo de aditivos. Otro método efectivo es aumentar el consumo de ingredientes frescos y comidas caseras.