La crioterapia capilar evita la pérdida del pelo por la quimioterapia hasta en el 90% de los casos
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Uno de los síntomas secundarios que más preocupa a los enfermos que comienzan un tratamiento oncológico es la caída del cabello. Esta alopecia, es un efecto secundario frecuente cuando se reciben, sobre todo, sesiones de quimioterapia porque la acción de los distintos fármacos sobre el folículo piloso provoca una destrucción del mismo y por tanto la pérdida del pelo. La Asociación Española contra el Cáncer (AECC) explica que, en la mayoría de las ocasiones, el pelo vuelve a crecer.
La pérdida de pelo durante la quimioterapia es un efecto secundario común y significativo para muchas personas que reciben este tratamiento contra el cáncer porque los medicamentos utilizados afectan a las células en rápido crecimiento, y esto incluye las células del folículo piloso, lo que resulta en la caída del cabello. Y no sólo este efecto se produce en la cabeza, existe la posibilidad de que la caída de pelo sea generalizada, es decir, que también lo haga a otras partes del cuerpo como pueden ser axilas, brazos, piernas, cejas, pestañas, etc.
Prevenir completamente la pérdida de pelo durante la quimioterapia no es posible en la mayoría de los casos. Sin embargo, existen algunas opciones para ayudar a reducir la pérdida y mitigar su impacto como son la terapia de enfriamiento del cuero cabelludo o crioterapia capilar y el uso de productos tópicos como el minoxidil tópico.
En qué consiste
Hay hospitales privados y algunos públicos, donde es posible acceder a un servicio que ofrece gorras de enfriamiento que se colocan durante la quimioterapia para reducir el flujo de sangre hacia el cuero cabelludo y minimizar la cantidad de medicamentos que llegan a los folículos pilosos y de esa manera, protegerlos de la caída. Para hacer el tratamiento, José Manuel Muñoz, cofundador de Nurseavanze y enfermero oncológico, explica a OKSALUD que se coloca un gorro conectado a una máquina mediante un circuito por el que circula un líquido refrigerante que está a 4ºC y se lleva a cabo este tratamiento conocido como crioterapia capilar.
Durante todo el tiempo que dura la sesión de quimio, unas cuatro o cinco horas, el «casco» tiene que estar en contacto permanente con el cuero cabelludo por lo que lo ajustan con otro gorro de neopreno porque, según José Manuel Muñoz, «el líquido enfría y constriñe los folículos pilosos evitando que la medicación penetre en ellos y los destruya, por lo que el gorro tiene que estar bien apretado». En este sentido, detalla que hay varios tamaños de cascos para lograr el mejor ajuste.
Este tratamiento por frío, tal y como explica el experto, consigue reducir la caída del cabello en el 80-90% de los casos: «En algunos casos, se evita por completo la pérdida del pelo, pero lo normal es que no se reduzca del todo y se pierde algo de pelo pero poco. La tasa de éxito con la crioterapia capilar es impresionante». Eso sí, no todos los tratamientos de quimioterapia son compatibles con la crioterapia capilar. Hay tratamientos que no son alopécicos y por tanto, no son necesarios, y en el caso de la metástasis en el cerebro, no se puede utilizar. «Las pacientes que más lo usan, hoy por hoy, son las pacientes con cáncer de mama», puntualiza José Manuel Muñoz.
La crioterapia capilar es un servicio privado, sólo para adultos, que no se ofrece en la Seguridad Social y tampoco todos los hospitales privados aceptan este tipo de servicio. «Cada máquina tiene capacidad para manejar dos cascos y por lo tanto, se puede atender a dos pacientes simultáneamente. En los hospitales donde se aplica, nos reservan siempre dos asientos consecutivos. Al finalizar el tratamiento, los pacientes tienen que seguir unas horas más con el gorro puesto para conseguir mayor eficacia por lo que el personal hospitalario tiene que estar avisado y saber que todo está autorizado por la gerencia, no podemos trabajar sin acuerdos», detalla.
Actualmente, hay varias empresas que ofrecen el servicio de crioterapia capilar en los hospitales españoles, pero casi todos son privados, es el caso del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa (Sevilla) o Clínica HLA Santa Isabel (Sevilla). Nurseavanze está en negociaciones con algunos hospitales públicos y también está trabajando con la AECC para tratar de incluir este servicio en todas las unidades de quimioterapia, ya sean públicas o privadas. «Es un servicio que va más allá de lo físico. Para los pacientes es una oportunidad de recuperar algo de control, conservar su privacidad y fomentar una actitud positiva con relación al tratamiento», concluye el experto de Nurseavanze.