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Información clara y apoyo del profesional sanitario

Cómo superar el miedo a ir al médico

El especialista es clave para aliviar la incertidumbre del paciente y otorgar recursos con los que exponerse de manera segura a la situación que le provoca angustia, especialmente en los procesos oncológicos

El valor (desaprovechado) de los medicamentos genéricos

El miedo es una respuesta natural y compartida del ser humano ante lo desconocido. En condiciones normales, ayuda a nuestra supervivencia evitando la exposición a determinados peligros. Sin embargo, juega en nuestra contra cuando la visita al médico se incluye en esta lista de situaciones. «El problema es cuando percibimos como peligroso o amenazante algo que en realidad debe protegernos», asegura Fátima Castaño, responsable del Servicio de Psicooncología de MD Anderson Cancer Center Madrid. «Es recomendable afrontar este mecanismo de protección, analizarlo de una manera mucho más racional, para tratar que interfiera lo menos posible en los procesos médicos», sostiene la especialista.

Las consecuencias de no ir al médico están muy claras. «A corto plazo, nos protegemos evitando la fuente del temor: acudir al médico. Pero esta decisión tiene unas consecuencias importantísimas. Es lo opuesto a un diagnóstico precoz. Es fundamental detectar a tiempo cualquier enfermedad y abordar cualquier síntoma para mejorar la supervivencia, la calidad en la recuperación y la mejoría», explica la psicooncóloga.

Aunque todas las personas experimentan miedo, la respuesta va a variar según se tenga más tendencia a interpretaciones, a una visión catastrofista o a sentir ansiedad por la salud (lo que antes se conocía como hipocondría). «La clave está en cómo se afronta el miedo. Lo ideal sería obtener recursos que ayuden a afrontar la situación activamente dando un paso hacia adelante y yendo al médico, de esa forma disminuiremos esa falsa sensación de protección que produce no acudir al médico», afirma la especialista. El miedo se puede afrontar de forma activa. «Debemos afrontar el miedo centrándonos en la búsqueda de soluciones y en el beneficio que supondrá realizar la correspondiente revisión médica».

Una vez que el paciente da ese paso, los profesionales sanitarios, serán una «mano amiga» que ayude a que la persona se sienta cómoda, que reduzca el miedo ante el diagnóstico y a normalizar el estado emocional del paciente, especialmente en procesos oncológicos. «Lo más importante es que les proporcionemos información, soporte emocional y ayuda ante cualquier duda o dificultad que pueda surgir. La incertidumbre es lo que más malestar y ansiedad genera. La información aporta tranquilidad a la persona, tenga tanto buenas como malas noticias, y ayuda muchísimo a desmontar creencias erróneas y pensamientos inadecuados relacionados con la sintomatología o el tratamiento», continúa Castaño.

Tres consejos

Ante el miedo a ir al médico, estos son los consejos que propone la psicooncóloga:

Identificar la emoción y el miedo, y permitirnos sentirla y expresarla

Preguntarnos qué es lo que el miedo quiere que hagamos (evitar la visita) y preguntarnos si en realidad nos beneficia

Buscar ayudas o recursos que nos permitan lograr nuestro propósito

«Es importante hablarse con cariño y facilitar la tarea, darnos tiempo y motivarnos a la acción. Dejarse llevar por el miedo puede llegar a paralizar y muchas veces puede hacernos no tomar buenas decisiones», concluye.

La telemedicina, un nuevo aliado

El auge de la telemedicina puede favorecer los cuidados médicos entre las personas más reticentes. «Muchas veces caemos en autojustificaciones cuando tenemos ese miedo. Nos decimos que no tenemos tiempo o que el centro médico está muy lejano y eso puede suponer un problema, porque se quedan los procesos a medias», explica la experta de MD Anderson Madrid. Para afrontar excusas mentales de ese estilo, la telemedicina ayuda, puesto que permite mayor flexibilidad de horarios y no tener que desplazarse al lugar, incluso tener la consulta en un entorno familiar para el paciente, que le haga sentir más seguro.

«En el momento en el que la persona tiene el primer contacto, con la ayuda de los sanitarios se podrá generar una buena relación terapéutica que ayude a los pacientes a sentirse seguros y a rebatir muchas de esas creencias iniciales que le generaban inseguridad y le paralizaban, y animarlo a seguir con unas conductas de cuidado que incluyan consultas presenciales, en caso de ser necesarias».