¿Vive usted mejor o peor que hace cuatro años?

¿Vive usted mejor o peor que hace cuatro años?
¿Vive usted mejor o peor que hace cuatro años?

La pregunta se la hacen todas las naciones civilizadas y democráticas del mundo a la hora de acudir a las urnas. ¿Vive usted mejor o peor que hace cuatro años? ¿Tiene más confianza que hace cuatro años en su futuro, el de su familia y el de su país?

Las respuestas a esas preguntas deciden quién gobierna. Quiero creer -díganme ingenuo- que el pueblo español tiene la suficiente madurez para encarar esas preguntas por corto y por derecho. Ya sabemos que el Gobierno culpa de la inflación, el precio de la energía, el desempleo y el desastre de gestión en la pandemia al secretario personal de Isabel la Católica o, en el mejor de los casos, al «antipatriota» Feijóo para concluir en la foto de las Azores.

A mi alrededor, contemplado sin las orejeras propias de una izquierda rampante, lo que veo es desazón, miedo, empobrecimiento e incertidumbre ante el futuro. Veo que hay mucha gente husmeando en los contenedores a ver si hay algo que sirva para aliviar su pobreza. Recordar que en algo más de 40 años de democracia, la izquierda ha gobernado España 25 años. Y cuatro, esa entente indigerible socialpodemita. Dijeron unas cosas, prometieron otras y ya sabemos lo que son capaces de hacer: amiguismo, ideología, sectarismo, incapacidad técnica. Eso sí, son maestros en la manipulación y en darle la vuelta a sus propias carencias.

De ahí, que la pregunta con la que encabezo este post no es en absoluto baladí. ¿Vive usted mejor o peor que hace cuatro años? He visto en esa cueva llamada RTVE -1.600 millones procedentes de los impuestos- que porque la inflación ha bajado una décima (¿será verdad?) tocan las campanas a rebato en un intento de manipulación burda y habitual. ¿A quién quieren engañar a estas alturas del partido? Los españoles les han tomado el número correcto, e incluso, ya saben a qué medio televisivo no tienen que hacer ningún caso como día a día, mes a mes, demuestran las audiencias.

El problema es si ese pueblo español recordará todos los desmanes, uno tras otro, cuando sea llamado a pronunciarse en las urnas. Seguramente, Sánchez, Iglesias, Montero o Echenique descubrirán que en España hay diez millones de fascistas. En realidad, ya sólo les queda esa palabra.

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