Un retrato para ZP

Dispongo de información fehaciente para poder escribir que a José Luis Rodríguez Zapatero -que se niega para su mal pasar al ostracismo- le “resbalan” las informaciones de El Pollo Carvajal y otros testimonios a propósito de sus andanzas caribeñas. Eso dice a los pocos amigos que le quedan cuando le advierten de esto y aquello.
Es el primer fan del Gobierno radical que nos embarga. Le han hecho un retrato con destino a la galería de presidentes en el palacio de la Moncloa que, dicen, ha costado alrededor de 40.000 euros con factura al erario público. Alguien dirá que es una bagatela teniendo en cuenta el gasto en el que diariamente incurre el Gobierno del presidente Sánchez.
Si se compara la factura del retrato zapateril con lo que supusieron los siete años de poder, necesariamente podemos concluir que es cifra barata. Lo caro fueron sus políticas al frente de una responsabilidad para las que no tuvo nunca condiciones. Lo eligieron los españoles y frente a ese veredicto nada que objetar. Ganó y punto. Lo cual no significa ni puede significar que no tengamos auctoritas para poder enjuiciar el trabajo llevado a cabo por el amigo de Nicolás Maduro.
Dice estar encantado con las medidas más radicales del actual gobierno. No hay que olvidar que él también gobernó con el sostén parlamentario de los secesionistas republicanos catalanes. Una de sus últimas boutades -se pierde cada vez que algún deudo de antaño le pone un micrófono delante- ha sido recomendar al Rey emérito que explique sus andanzas económicas y otros procederes. Nada que objetar. Yo también lo pido. Con el mismo rasero podríamos exigirle a él que nos explique por qué eligió como ministra a Cristina Garmendia e, incluso, porque insistió en tal menester ante Amparo Moraleda.
También por qué dijo aquello de que Otegi es un hombre de paz y quién le informó de que ETA ya no tenía capacidad de matar cuando unas horas después puso una bomba en la T-4 del aeropuerto de Barajas. O, si se quiere, que explique a quién hizo rico durante su mandato incluyendo en ese capítulo a los famosos visitadores nocturnos que le alegraban las soporíferas veladas monclovitas.
¿Retrato para ZP? Naturalmente sí, pero reflejando la pintura toda su negritud.