Los socialistas siempre nos han arruinado
El socialista Felipe González gobernó España durante trece años y medio, desde diciembre de 1982 hasta mayo de 1996. Las elecciones de octubre de 1982 las ganó por mayoría absoluta tras prometer que, en los siguientes cuatro años, sería capaz de crear 800.000 puestos de trabajo. Heredaba una economía con el 16,6% de paro y 2.286.000 desempleados. Cuando conseguimos echarlo, en España había un 22,2% de paro y 3.642.000 parados, que son casi un millón y medio más de los que había cuando él llegó. En 2008, le preguntaron por aquella promesa y respondió: «Ya me callé para siempre, porque los empleos los dan los empleadores, y no el Estado». Parecía haber aprendido la lección y por eso suena a tomadura de pelo que, la primera vez que Pedro Sánchez creyó superada la crisis del COVID, a finales de 2020, anunciara que los 72.000 millones de euros de fondos europeos le servirían a él para «crear más de 800.000 puestos de trabajo en los próximos tres años». El chiste se cuenta solo.
Precisamente uno de los mayores errores económicos de Felipe González había sido su enorme expansión del gasto público y de la deuda, que es lo mismo que ahora hace Pedro Sánchez y que sin duda tendrá idénticas consecuencias: enorme inflación y paro descontrolado. Para ponerle remedio, lo único que se le ocurrió a González entonces fue devaluar la peseta y así nuestra moneda se depreció un 50% frente al marco, lo que directamente se tradujo en descensos en la competitividad de nuestras dopadas empresas y en empobrecimiento de los trabajadores.
El socialista José Luís Rodríguez Zapatero gobernó España durante siete años y medio, desde abril de 2004 hasta diciembre de 2011, tras ganar unas elecciones celebradas tan sólo 72 horas después de los trágicos atentados del 11-M. Aznar le había dejado una tasa de paro del 11,5% y 2.310.000 desempleados que él consiguió doblar hasta el 22,6% con 5.287.000 parados, que son nada más y nada menos que un 130% más de los que había. La deuda pública que Zapatero heredó de Aznar fue de 388.781 millones de euros, un 47,64% del PIB que se traducía en 9.138 euros per cápita. Pero él fue capaz de subirla hasta los 743.043 millones de euros, el 69,85% del PIB y 15.871 € per cápita. Para hacerlo, multiplicó el déficit público por 34, pasando del 0,38% sobre el PIB de 2003 o el 0,32% sobre el de 2002, al 11,28% en 2009, el 9,53% en 2010 o el 9,74% en 2011.
La estrategia económica de Zapatero para empobrecer a España fue la misma que la de González y es lo mismo que ahora hace Sánchez, enormes incrementos del gasto público con subidas de impuestos, déficit y deuda y como ejemplo recordemos su famoso Plan-E con el que España se llenó de rotondas en medio de la nada, de aeropuertos sin aviones y de polideportivos llenos de telarañas, empobreciendo a las empresas productivas para beneficiar a las constructoras que viven del gasto público. Cuando en 2008 Zapatero negaba la existencia de la crisis elevó el gasto público hasta los 182.000 millones de euros, que eran entonces su máximo histórico, pero ya se han quedado en nada frente al nuevo récord de 196.097 millones de euros que se fundió Sánchez en 2021, los 196.142 de 2022 y la subida que ya nos ha anunciado para 2023.
En el primer trimestre de 2021, Sánchez elevó la deuda pública de España hasta el 125% del PIB y en marzo de 2022 se elevó hasta los 1.453.853 millones de euros que son 30.651 euros per cápita, gracias a un déficit que en 2020 superó los 115 millones de euros y en 2021 rondó los 83 millones, con todas las predicciones al alza para 2022. Las tasas de paro las han camuflado haciendo que los trabajadores temporales dejen de computar como parados tan solo cambiándoles el nombre a fijos discontinuos, pero ni aun así van a ser capaces de esconder las enormes caídas en el empleo que todos los analistas pronostican para este otoño. El IPC de julio se ha situado ya en el 10,8%, el peor dato en 38 años, superando en más de un 2% las subidas de precios sufridas en Alemania, Francia, Italia o Estados Unidos. Y sus efectos los sentimos todos en nuestros bolsillos cada vez que compramos en el supermercado, le echamos combustible a nuestro vehículo o pagamos la factura de la luz y el gas.
Para justificar tanto desastre, los socialistas dicen que se han tenido que enfrentar a todas las grandes crisis mundiales, como si sirviera de algo excusarse en una mala suerte que sería motivo suficiente para no volverles a votar, por gafes. Pero de lo que no cabe duda es de que, comparando las consecuencias de esas crisis en otros países, la gestión socialista siempre ha resultado nefasta. Felipe González necesitó 13 años y medio para dejar a España arruinada. Zapatero lo consiguió en la mitad de tiempo y Pedro Sánchez, a su vez, lo ha logrado en la mitad que Zapatero y sólo ha necesitado 3 años para dejar España arruinada otra vez. El modelo siempre es el mismo, subidas de impuestos, incrementos del gasto público, déficit y deuda, y sus consecuencias siempre son paro e inflación, o sea, empobrecimiento. La próxima vez que gobierne el PSOE nos dejará a todos arruinados en 6 meses porque, no falla, como dice el refrán: tiempo de rojos, hambre y piojos.