Si tú dices que tu padre fue del FRAP estás admitiendo que fue un terrorista
Apenas he entrado en la polémica Pablo Iglesias-Cayetana Álvarez de Toledo o, mejor dicho, en el ataque de Iglesias a Cayetana y la legítima defensa en forma de respuesta de la portavoz parlamentaria del PP. Y cuando lo he hecho ha sido para defender a la política hispanoargentina que no fue sino la enésima víctima de una cochina agresión machista del tipo más misógino y cavernícola de cuantos pululan por la escena política patria. Me dan asco los que retrataron a la víctima como el victimario y al victimario como la víctima. Tanto como el silencio cómplice y no menos cobarde de las feministas de postín que ponen el grito en el cielo, y con razón, cuando a un dirigente de la derecha le sobreviene un tic falócrata pero callan cuando el neandertal es uno de los suyos.
Eso sí: Iglesias tiene barra libre. Ninguna de ellas osará ponerlo a parir porque el autodenominado macho alfa, en realidad un macho alfalfa, tiene derecho de pernada. Patente de corso. Ninguna levantó la voz cuando a través de OKDIARIO se conoció que había escrito en un chat del partido una frase propia del psicópata que es: “Azotaría a Mariló Montero hasta que sangrase”. Tampoco cuando dijo a Andrea Levy en sede parlamentaria que “se calentaba” con el diputado podemita Miguel Vila y le ofreció su despacho oficial para que “se entendiera con él”. Menos aún cuando espetó a una periodista que le había formulado una pregunta incómoda: “Bonito abrigo de pieles lleva usted”. Y volvieron a callar como muertas cuando el día de marras, el pasado 27 de mayo, se dirigió a Cayetana Álvarez de Toledo con un tan reiterado como vomitivo “señora marquesa”.
Tampoco ninguna de ellas, ni políticas, ni activistas, ni periodistas, ha dicho ni mu con otros actos machistoides que le hubieran costado la carrera a su protagonista si en lugar de ser el intocable Iglesias fuera un pepero, un dirigente de Ciudadanos o un gerifalte de Vox. Todas miraron hacia otro lado cuando colocó de número 2 del grupo parlamentario a Tania Sánchez y cuando luego la mandó al gallinero detrás de la columna cuando rompieron. No sé si en venganza porque ella le dejó o porque tira a las mujeres como vulgares kleenex cuando se cansa de ellas. Desde la primera a la última volvieron a silbar mirando al cielo, como si la cosa no fuera con ellas, cuando postergó a Iñigo Errejón para dar la portavocía a su nueva novia, Irene Montero. O como cuando obligó a Sánchez a nombrar ministra a su pareja, cargo para que el que carece de la más mínima preparación. Bueno, en este caso cabría hablar de machismo y nepotismo. Resulta obvio que la ministra de Igualdad está ahí por ser la compañera sentimental del macho alfalfa de Podemos, no por sus méritos, cosa que no podríamos decir por ejemplo de Margarita Robles, Nadia Calviño, Teresa Ribera, María Jesús Montero o Reyes Maroto, por poner algunos ejemplos.
Cayetana no es ninguna de esas feministas de pro. No necesita que le saque la cara nadie porque se defiende perfectamente ella solita, al punto que es más brillante de aquí a Sebastopol que el 99% de sus iguales, hombres o mujeres, en el Parlamento. La portavoz de la bancada popular se revolvió brillante, como es ella, con una frase para la historia tras los reiterados “señora marquesa” del macarra vicepresidente: ”Usted es el hijo de un terrorista, a esa aristocracia pertenece, a la del crimen político”. Toma ya, Pablito. Eso te pasa por listo. Cuando vas de matón por la vida siempre corres el riesgo de encontrarte con alguien más fuerte que tú, en este caso intelectualmente. Comparar el cerebro de Cayetana con el del político de los piños negros es lo mismo que cotejar el manejo del balón de Leo Messi con el de Clément Lenglet, central del Barça. Es, en resumidas cuentas, perder el tiempo.
Hay que recordar que el Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) figura en la lista de bandas terroristas del Ministerio del Interior. Tan cierto es que duró muy poco, de 1971 a 1978, como que en su negro historial aparecen al menos cinco asesinatos, el de un guardia civil y cuatro policías. Algunos líderes del FRAP fueron condenados a muerte por la dictadura. Pero terrorista, lo que se dice terrorista, claro que fue una banda terrorista tipo GRAPO o ETA, aunque menos sanguinaria. Claro que los asesinatos ideológicos no se pueden medir como las manzanas de un mercado. No es una cuestión de quién segó más o menos vidas porque una sola muerte es reprobable hasta el infinito. Vamos, que no es un asunto cuantitativo, que también, sino básicamente cualitativo.
Luego le soltó la sarta de obviedades que nadie se atreve a poner encima de la mesa cuando debate con el fantasmón con chepa: “Es usted discípulo de los ayatolás de Irán y prohijado de Hugo Chávez y Nicolás Maduro”. La doctora por Oxford —Oxford no es Somosaguas—, que no se enojó en ningún momento, es más sonreía continuamente, prosiguió la tunda dialéctica al listillo oponente: “El terrorismo no le causa la repugnancia que le provoca a un demócrata porque usted es el caballo de Troya de la democracia”. Y lo remachó con otra perogrullada: “Usted es el embajador de ETA-Batasuna en el Gobierno”. Algo más allá de toda duda razonable porque quien ha conseguido el apoyo de esta gentuza a Pedro Sánchez ha sido él.
Ahora resulta que el padre del pájaro, Javier Iglesias, ha interpuesto una querella a Álvarez de Toledo. Le reclama 18.000 euros. Hay que tener un rostro más duro que el de los Picos de Europa para intentar empitonar judicialmente a alguien por una cuestión cierta más allá de toda duda razonable. No sólo José Bono, abogado de papá Iglesias en la época del FRAP, ha admitido que su patrocinado militó en la banda sino que el propio niño Iglesias lo ha admitido con orgullo —manda huevos— en varias ocasiones. Hay un tuit del sujeto de agosto de 2013 que lo puede decir más alto pero no más claro:
—Basta. Vuelvo a Harvey. Os dejo una canción que me cantaba mi padre frapero de peque. Besos y piolets pezqueñines—.
Esta miniparrafada contiene una admisión, la de que su padre fue activista del FRAP, y una nueva apología de la violencia. Cabe recordar que Ramón Mercader asesinó a Leon Trotsky en México por orden de Stalin con un piolet.
Moraleja: si tú admites que tu padre militó en el FRAP, estás reconociendo urbi et orbi que perteneció a una banda terrorista y sobra decir que los integrantes de una organización criminal así son eso, terroristas. Tengan o no delitos de sangre sobre sus espaldas, que no es el caso del querellante. Hay decenas de etarras que están en prisión sin haber asesinado, secuestrado o torturado a nadie. Simple y llanamente, por un delito que se denomina “pertenencia a organización terrorista” y que figura tipificado en el artículo 572 del Código Penal. Por si fuera poco, el diccionario es taxativo a la hora de definir qué es un terrorista:
1.-Que practica actos de terrorismo.
2.-Perteneciente o relativo al terrorismo.
3.-Que practica el terrorismo o lo defiende.
No está bien mentar a los padres ni en la vida en general ni en la política en particular. Pero antes que Cayetana lo hizo Iglesias aludiendo al título que la portavoz del PP recibió de su progenitor. Como ella misma señaló desde la tribuna: “Los hijos no somos responsables de nuestros padres, ni siquiera los padres somos del todo responsables de lo que hacen nuestros hijos”. Pero cuando tú agredes has de estar preparado para que te respondan proporcionalmente, cosa que tan legítima como brillantemente hizo Álvarez de Toledo. A Pablo Iglesias le molan las bandas terroristas. De ahí sus loas a ETA. Aseguró en una herriko taberna que “fue la única que se dio cuenta que la Constitución no instauró la democracia” y defendió en una conferencia en Nueva Economía Fórum que “su violencia tiene explicaciones políticas”. Por no hablar de su cuate Monedero, que manifestó en una tertulia que “viendo el grado de represión que había en el País Vasco uno puede llegar a entender la violencia de ETA”. El círculo se cierra con otros dos hechos incontrovertibles: le engrasó económicamente un régimen, el iraní, que está incluido en la lista negra de financiación de organizaciones terroristas del Departamento de Estado de EEUU, y le ha regado con millones y más millones una tiranía que ha sido descrita por el mismo Gobierno estadounidense como “narcoterrorista”. Cuestión de genes.
Temas:
- Pablo Iglesias
Lo último en Opinión
Últimas noticias
-
Un deportista afroamericano, una congresista latina y un inversor millonario: el nuevo equipo de Trump
-
Lío en el baloncesto europeo por el triple de Yusta que salvó a España ante Eslovaquia: «Es imposible»
-
Ni huevo ni palillos: el sencillo truco de los asturianos para no se rompan los cachopos al freírlos
-
El ranking de los países más seguros en caso de que estallara una guerra mundial
-
Test de personalidad: la forma en que sostienes tu móvil revela si tienes una inteligencia superior