Sánchez llamó «nazi» al líder del PPE

Sánchez nazi
  • Graciano Palomo
  • Periodista y escritor con más de 40 años de experiencia. Especializado en la Transición y el centro derecha español. Fui jefe de Información Política en la agencia EFE. Escribo sobre política nacional

El estacazo propinado por los electores españoles es una. La otra es la gran victoria obtenida por el Partido Popular Europeo (PPE) en el resto de las formaciones de la Unión Europea, cuyo jefe no es otro que el teutón Manfred Weber, el bávaro.

Pésima noticia para Sánchez. Weber le tiene entre ceja y ceja y es buen conocedor de las andanzas del madrileño. Cuando el primer ministro español se despidió sin pena ni gloria de la presidencia de turno de la UE, no se le ocurrió otra cosa que llamar al alemán «nazi» (esto se lo suele llamar a casi todo el mundo) y precisamente a un alemán de la CDU.

Me llegan noticias de que ahora le espera en Bruselas. Con el rifle a tope de balas. Por de pronto, 180 millones de euros están retenidos en el BCE al socaire de que España no ha cumplido sus compromisos de digitalización de las pymes. No le van a pasar ni una, porque doña Ursula Von der Leyen, en el caso de ser reelegida como jefa del poder ejecutivo comunitario, ya no es lo que era y ahora el jefe es su correligionario Weber. Éste sabe hasta el último detalle acerca de lo perpetrado por Sánchez en sus seis años de poder español y conoce su pelaje de autócrata sin fuste.

Feijóo tiene la ventaja de que el PP español es el segundo que más europarlamentarios aporta al Grupo Parlamentario del centro-derecha y es una baza esencial que está dispuesto a activar en cualquier momento contra Sánchez. Digo contra Sánchez, no contra España.

La fortaleza del centro-derecha en Europa alumbra la esperanza de que populismos, comunismos añejos y marginales, se queden una vez más en la cuneta. Pero es también algo descriptible que el gobierno multinacional de la UE tiene que afinar en muchos aspectos, sobre todo en el de la emigración ilegal.

Lo dijo Angela Merkel en el momento de su despedida voluntaria como gran canciller alemana: no he conseguido integrar a millones de emigrantes en nuestra cultura y nuestros valores. Éste es un asunto capital del auge de la extrema derecha en países como Francia, Países Bajos e Italia.   

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