Rusia, Argelia y el grave problema del gas en España

Hace poco que la compañía norteamericana Rainbow Energy Marketing Corporation ha dicho que va a dar un gran impulso al carbón y ha comprado la central térmica Coal Creek Station con el compromiso de invertir en sistemas de secuestro de CO2 (más adelante explicaremos en qué consiste). Su intención es que esta sea la primera de muchas operaciones de este tipo. Es raro. Nos han dicho por activa y por pasiva que esto del carbón estaba acabado. Además, lo han hecho con otra palabra bonita, descarbonización.
Vamos a ver si podemos enterarnos un poco. España y muchos países de Europa están supeditados al gas ruso y argelino, dos países del bloque soviético, que dependen de la venta de hidrocarburos. (Quizás podrían clarificarlo Felipe González en el caso de Argel con la Sonatrach, la empresa más grande de Argelia y Gerhard Schröder, ex canciller alemán, presidente del Consejo de administración de Rosneft, empresa de petróleo propiedad del Estado ruso desde 2017 y presidente de la Junta de Nord Stream AG consorcio para la construcción y operación del gasoducto Nord Stream desde 2005 y amigo personal del presidente Putin.
Parece que con el pretexto del aire puro nos han tomado el pelo. España depende del gas para tener electricidad, puesto que nos han colado las renovables con el respaldo del gas. Si no hay viento se consume gas. Las renovables solamente sirven para 2.000 horas al año. Las 6.000 horas restantes tienen que cubrirse con otra energía: la combustión del gas, que es
nociva. Pero la realidad es que se han cerrado, de forma intencionada, los recursos propios, la energía hidroeléctrica y la minería del carbón para participar en este aquelarre donde los rusos tienen el mango de nuestra sartén.
Otros países han reaccionado. Polonia, gracias a sus minas y a sus térmicas, tiene el recibo de la luz más barato de Europa. Francia ha puesto en marcha sus centrales de carbón debido a la temporal disminución de su energía nuclear por razones técnicas y Alemania ha incrementado su potencia derivada del carbón. Texas es el mayor productor de gas del mundo, pero con Filomena, el gas se congeló y se produjo un apagón de dimensiones apocalípticas con cientos de fallecidos a causa del frío y pérdidas económicas archimillonarias, que afectaron también al norte de México, que volvió al carbón.
Nos han intentado vender que únicamente el carbón es productor de CO2.El dióxido de carbono (CO2), es un gas de efecto invernadero que se encuentra de forma natural en la atmósfera. La producción de electricidad está aumentando la concentración atmosférica de CO2 y de esta manera contribuye al calentamiento global del planeta. Las emisiones de CO2
se producen mayoritariamente cuando se quema combustible.
La captura y almacenamiento de dióxido de carbono (CAC) es una de las técnicas que podrían utilizarse para reducir las emisiones de CO2 originadas por las actividades humanas. Esta técnica podría aplicarse para aquellas emisiones que provengan de grandes centrales eléctricas.
El proceso consiste en tres etapas principales: 1. Capturar el CO 2 en su fuente, separándolo de los otros gases que se generan en los
procesos industriales; 2. Transportar el CO 2 capturado a un lugar de almacenamiento apropiado (normalmente de forma comprimida); 3. Almacenar el CO 2 fuera de la atmósfera durante un largo período de tiempo, por ejemplo, en formaciones geológicas subterráneas, en las profundidades oceánicas o dentro de ciertos compuestos minerales.
Algunas de las tecnologías que se requieren para este proceso están más avanzadas que otras. A mediados del año 2005 ya se habían desarrollado tres proyectos comerciales en los que el CO2 capturado se almacena en formaciones geológicas subterráneas, en el marco de proyectos de extracción o procesamiento de gas y petróleo .
La ruina de las renovables
Hemos oído muchas veces que las renovables iban a resolver el cambio climático y el recibo de la luz, pero lo cierto es que ninguno de los dos objetivos se ha cumplido. Las renovables nacieron por la necesidad de reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera producidos por la generación de energía eléctrica, el principal factor de influencia en el calentamiento global.
En España se optó por una solución descabellada, que es respaldar las renovales (que sólo funcionan el 25% del tiempo) con centrales de gas de ciclo combinado, conveniado con Argelia, en vez de optar por soluciones propias como las centrales hidroeléctricas de bombeo o la minería del carbón.
Las renovables intermitentes (que sólo funcionan si la meteorología acompaña), han costado a los españoles 150.000 millones de euros y, al suministrar a la red la energía a través de tecnología electrónica de potencia, pueden producir apagones importantes, como ocurrió en
Yugoslavia o en Inglaterra, ya que estos aparatos son mucho más vulnerables que los alternadores tradicionales.
El grave problema que presentan estas energías, promovidas por Zapatero, es que esconden un peligro mortal detrás de su cara amable y verde. Nada menos que están respaldadas por la combustión nociva de gas. Es decir, cuando la eólica no funciona para producir electricidad porque no sopla el viento, se pone en marcha la central de gas. O sea, una energía limpia, que solamente funciona un 25% de lo necesario, se respalda con una energía nociva como es la combustión de gas, que funciona el 75% restante.
Un gran engaño
Hay que hacer notar que en España no solamente se quema gas en las centrales de ciclo combinado, sino también se quema gas ciudad y gas butano (para calefacción, agua caliente, cocina, estufas). El sector residencial, junto con el parque inmobiliario en general, ocupa una posición central dada su responsabilidad tanto en las emisiones de CO2 como en el consumo de energía final de la UE, el 40% de la cual era imputable a la demanda en 2020, correspondiente a la calefacción y refrigeración de los edificios, según el IDAEInvestigadores de la Universidad de Harvard. Según lo publicado en Environmental Research Letters estiman que la polución, el hollín producido por la quema de gas, causó en el año 2017 en Illinois, nada menos que 2.100 muertes y ha costado 248 millones de dólares a los usuarios del sistema de salud de ese Estado.
El hollín producido por la quema de gas es una de las formas de polución más dañinas, ya que las partículas invisibles pueden entrar en los pulmones y el sistema sanguíneo, respirar ese hollín puede inflamar los pulmones y producir ataques de asma. Muchos estudios conectan la respiración del hollín con ataques de corazón y muerte prematura.
Las consecuencias de todos esos estudios es que 25 ciudades de California han decidido prohibir el uso del gas en las nuevas construcciones de viviendas y oficinas. Las emisiones del gas (calefacción, estufa, agua caliente, cocinas) son muy difíciles de controlar por las inspecciones de gas, que generalmente se limitan a revisar el funcionamiento y la estanqueidad del contador, las tuberías, las llaves y gomas y el estado de conservación, no al estado de los quemadores de los diferentes aparatos.
Las emisiones de las centrales térmicas de carbón se pueden controlar y limpiar y suelen estar lejos de las ciudades, mientras que el gas ciudad, como indica su nombre, lo tenemos en casa. Y, por si fuera poco, el gas, además de nocivo, es explosivo. Podemos concluir que el gas es mucho más peligroso que el carbón y el cierre de las térmicas obedece exclusivamente a la intención del gas (del otro bloque geopolítico) de monopolizar la energía y no a razones medioambientales o cambio climático, con las graves
consecuencias a la vista.
El gas es incompatible con el cambio climático, con la salud, con la seguridad de las personas y con la seguridad del sistema eléctrico, además de ser un desastre económico para el país y para el bolsillo de todos.
Miguel Ángel Merigó es ingeniero EPFL Suiza y Pedro Cantarero es miembro del Grupo de Trabajo sobre el Cambio Climático del Congreso de los Diputados
Temas:
- Rusia