Opinión

Resultado en Cataluña: laberinto de muy difícil salida para Sánchez e Illa

Ayer votaron los ciudadanos catalanes, y en apenas un mes votarán también todos los españoles junto a los demás europeos para elegir el Parlamento de la UE. No es menor este detalle y en especial por dos motivos: uno es que en principio en esa fecha se cerrará el intenso ciclo electoral abierto el pasado 14 de febrero en Galicia, que ha transitado por el País Vasco el 21 de abril, y ayer en Cataluña. Tras esas metas volantes se llegará -de momento- a la meta final el próximo 9 de junio. Del resultado de las urnas abiertas ayer, lo único claro actualmente es que ha ganado el PSC con Illa, pero lo que no está nada claro es quién y cómo formará gobierno.

En una lectura superficial, Sánchez y sus terminales políticas y mediáticas, proclamarán el éxito de su relato sobre Cataluña vendiendo «convivencia» a cambio de Código Penal, indultos y amnistía, pero ese análisis es más aparente que real. Porque lo cierto es que el catalanismo gobernó la Generalitat de 1980 a 2003 con Jordi Pujol, y pasó a ser catalanismo nacionalista con Artur Mas en 2003. Para competir con el PSC que con Maragall de presidente de la Generalitat y el nuevo Estatut, sentó las bases del procés que transformó el catalanismo ya nacionalista en el separatista actual.

Con Sánchez al frente del PSOE y del gobierno, el PSC ya es -de hecho- un partido catalanista nacionalista, que es una contradicción existencial para un partido que se considera «progresista y de izquierdas». El éxito de Sánchez ha sido hacerse con parte del voto de ERC con ese discurso y programa, consiguiendo nueve de los 13 escaños que han perdido los republicanos precisamente por el abrazo del oso mantenido con el sanchismo, que es el mismo precio pagado en su día por los progresistas de Podemos.

Hasta dentro de un mes, la campaña de las elecciones europeas va a estar polarizada entre el relato del éxito sanchista en Cataluña y el PP. La mesa del Parlament se constituye precisamente dos días después de los comicios europeos, y ahí se alumbrarán los pactos que permitirán discernir con fundamento cuál de los tres escenarios teóricamente posibles se materializa en realidad. Uno es el Tripartito del PSC, ERC y los Comunes-Sumar con 68 diputados; otro es el del PSC con Junts (77 escaños) y el tercero es el de la repetición electoral. Quedan totalmente descartados tanto el frente separatista, que ha salido derrotado con 59 diputados (o 61 con la AC), así como el transversal constitucionalista, del PSC, PP y Vox (también con mayoría de 68).

La primera opción, en principio parece descartada por ERC, que con el abandono de Aragonés de la política, pretende disputarle el liderazgo separatista a Puigdemont, manifestando ya su disposición a pasar a la oposición invitando a Sánchez/Illa y Puigdemont a asumir la responsabilidad de formar gobierno. Con ello pretende, en su caso, justificar el eventual tripartito de izquierdas para evitar una repetición electoral si Puigdemont no consigue pactar con el PSC. Aquí, por tanto, radica la cuestión clave: si será capaz Puigdemont de mantener hasta el final su pulso de obtener la Presidencia de la Generalitat como inexcusable condición para ese pacto.

Es evidente que ese precio es excesivo a pagar para el tándem PSC-PSOE, salvo que el todavía prófugo mantuviera que sus siete votos en el Congreso dejarían de apoyar a Sánchez. En definitiva, la disputa por el liderazgo separatista en Cataluña, entre Junts y ERC, unido a que Sánchez depende del apoyo de ambos para seguir en la Moncloa, ha convertido este resultado electoral en un diabólico laberinto de muy difícil salida para ellos, y más aún con las elecciones europeas en puertas. Hasta el 9 de junio todo van a ser fuegos de artificio y cortinas de humo en las declaraciones y compromisos que al respecto digan unos y otros porque saldrían netamente perjudicados en sus respectivas expectativas electorales europeas. Sánchez e Illa no pueden remontar el vuelo de momento porque sus alas están lastradas con el nacionalismo separatista catalán. Llevan en el éxito de su pecado la penitencia.