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¿Por qué no un parque escultórico en Palma?

¿Por qué no un parque escultórico en Palma?

Palma se está configurando por fin como un destino citybreak comparable a ciudades europeas como Praga, Venecia o Amsterdam. Nuestra ciudad posee unas condiciones extraordinarias para consolidar un turismo al margen del tradicional de sol y playa. Posee un casco antiguo, que es el mejor conservado de todo el Mediterráneo, y monumentos excepcionales como la catedral o la lonja, una oferta comercial muy completa y una excelente oferta en gastronomía.

Pero también en el aspecto cultural y artístico tenemos los museos de Es Baluard, el Diocesano o el Museo de Mallorca. Y a estos atractivos podría sumarse también un importante parque escultórico, si se lograra crear un espacio adecuado para reunirlas todas juntas a similitud del parque de esculturas de sa Torre Cega de Cala Rajada o el Palau March.

A las esculturas de corte clásico que Palma poseía en lugares céntricos, como el monumento a Maura de Mariano Benlluire, en la plaza des Mercat, o la estatua ecuestre de Jaime I de Clarasso en la plaza de España, con los años se fueron sumando el pagés de Tomas Vila, la Nuredduna de Caubet, la maternidad de Mario Vives o el Junípero Serra de Horacio de Eguía, que junto a obras de Rosselló, Arcas, Sacanell, Mir o Borrell formaron durante años el único patrimonio escultórico de Palma.

Durante los últimos consistorios, sin embargo, se llevó a cabo una compra masiva de obra que ha inundado la ciudad de esculturas. Actualmente, sin agotar la nómina, tenemos en Palma obra de nombres tan importantes como Chillida, Serrano, Mompó, Vostell, Sassu, Miró, Calder, Alfaro, Canogar, Oteiza, Brossa o Dettoni. Y por lo que se refiere a escultores mallorquines o afincados en la Islas, obras de Jakober, Canyelles, Llambías, Sapere, Pujol, Magraner, Ramis, Broglia, Sirvent, Aguiló, Bennasar, Llull o Mahdavi.

Palma tiene actualmente, a lo largo y ancho de su geografía, unas 150 esculturas, la mayoría repartidas por un eje que va desde el Parc de la Mar hasta el Paseo Mallorca pasando por el paseo de Sagrera y los jardines de Sa Feixina. Pero gran parte de estas esculturas pasan perfectamente desapercibidas y, es más, también muchas se encuentran en un lamentable estado de deterioro. Es evidente que algo habría que hacer y con urgencia para rescatar un patrimonio que hay que convenir que tenemos perfectamente infravalorado.

El Ayuntamiento debería considerar si desea valorar este patrimonio o continuar teniéndolo abandonado. Una posible iniciativa, ya se ha señalado, podría ser ubicar y reunir en un solo espacio gran parte de estas esculturas ahora dispersas, en un llamémosle parque escultórico que por sus características y por ser ahora un espacio baldío podría ser el Parc de la Mar, cercano al pentágono cultural que forman los centros de arte y cultura. Valdría la pena que el ayuntamiento, su comisión de cultura, se planteara esta cuestión.

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