¿A qué juega Donald Trump?

Seguir (informativa o políticamente) a Donald Trump es aceptar la promesa del vértigo, asegurarse un viaje en la montaña rusa más empinada y mareante del mundo. Ser impredecible se ha convertido en su mayor motivo de orgullo.
Pero, hasta ahora, nunca había desconcertado tanto como en esta pasada semana, de la que todos los que le seguimos hemos salido mareadísimos con tanta vuelta y revuelta.
Empezamos. Mientras Estados Unidos lleva a cabo con Irán unas negociaciones indirectas para acabar con una guerra con Israel más parecida a un letal pingpong de misiles, dado que ambos países no comparten frontera y las botas en el suelo parecen descartadas, Israel decide que es el momento perfecto para acabar de una vez con el programa nuclear iraní en un ataque devastador.
Y esto plantea un terrible dilema a Trump. Si deja sólo a Irán en la ofensiva, estará abandonando al principal aliado de Estados Unidos en la zona, dejándolo a merced de la contraofensiva de los ayatolás y, cuestión no menor, enfureciendo a un número significativo de sus propios donantes y apoyos políticos internos.
Por otra parte, si se suma a la guerra contra Irán, estaría traicionando su propio programa de hombre de paz, del candidato que prometió mantener a América (si me permiten la abusiva sinécdoque) al margen de aventuras bélicas en lugares lejanos, enajenándose la simpatía de su base MAGA a un año de las legislativas.
Tras decir que se va a tomar dos semanas para decidir la respuesta, al día siguiente lanza un triple ataque sobre los centros de actividad nuclear de Ferdow, Netanz e Ispahan que presenta como un «éxito espectacular». Ha usado las temibles GBU, las bunker busters de fama legendaria que sólo poseerían Estados Unidos y que son presuntamente capaces de perforar medio kilómetro de hormigón como si fuera mantequilla.
Comparece públicamente para anunciar que el ataque ha destruido por completo las capacidades iraníes para enriquecer uranio y que está preparado para imponer un alto el fuego. Inmediatamente, le replica un sonriente y triunfal Bibi Netanyahu que elogia al infinito el ataque y confirma lo que dice Trump. Se suceden todo tipo de parabienes y felicitaciones por parte de los halcones de Washington de uno y otro partido.
Pero su base tiene el corazón partío. Los que votaron America First echan espuma por la boca en redes sociales; pilares del MAGA como Tucker Carlson y Steve Bannon entonan el «no es esto, no es esto» y el trumpista de tropa rompe simbólicamente el carné en Twitter. Más de un comentarista y de dos dan por finiquitado a Trump y su MAGA. Un meme muy repetido parece resumir el desánimo del trumpista medio: «¿Por qué, votemos lo que votemos, siempre acaba saliendo McCain?», en referencia a un belicista republicano ya difunto que, en la realidad, nunca ganó.
Pero empiezan a salir informaciones raras, cuestionadas a menudo, casi rumores amplificados por los medios. Se publica una foto aérea de una caravana de camiones saliendo de Fordow, presuntamente el día antes del ataque. Expertos -o, si se prefiere, «expertos»- aparecen como setas explicando que es muy dudoso que se hayan podido destruir realmente los túneles con semejante ataque. Se pone en duda que se hayan usado realmente GBU; serían, en realidad, Tomahawks de toda la vida. Sobre todo, Israel bombardea al día siguiente los mismos objetivos. ¿Para asegurarse?.
En definitiva, muchos empiezan a sospechar que Trump ha hecho como durante el fulminante ataque a una base siria durante su primer mandato, que apenas hizo daño alguno, pero que le permitió tranquilizar a los halcones durante un tiempo.
En esta versión, la estrategia vendría reforzada con una mentira inmediatamente posterior, que Trump ha querido usar como profecía autocumplida: ambas partes han firmado un alto el fuego. Las partes confiesan no haber oído una palabra de ello, pero aceptan.
Irán tiene que responder al ataque americano, su honor nacional está en juego. Pero no quiere irritar al coloso americano, así que llama a Washington para decirles dónde y cuándo van a atacar. ¿Os parece bien en la base de Qatar? Sí, usaremos dos o tres misiles de los viejos, os los cargáis con Tomahawks de oferta, de esos que están para jubilarse?
No es una suposición: Trump publica en Truth Social un largo texto en el que, al final, agradece el aviso de Teherán. Y ahora llega el momento de cerrar la guerra.
La jugada es tremendamente arriesgada, de locos. Busca acabar con el conflicto, complacer a Israel, contentar a los halcones y guiñarle el ojo a sus seguidores antiintervencionistas. Y, ya que estamos, ganar el Nobel de la Paz. Lo más parecido a la cuadratura del círculo política.
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