El prófugo amnistiado es quien manda

prófugo manda

Nada tiene de extraño que los corresponsales de prensa extranjeros acreditados en Madrid o bien no entiendan nada o bien se lleven las manos a la pluma. No les cabe en la cabeza que un prófugo de la Justicia sea el que marque las disposiciones en España.

Ya está amnistiado (poco falta legalmente para ello) y sus fans le sitúan ya de nuevo al frente de la Generalitat catalana, esto es, en el poder autonómico. ¡Oye, con un par!

En realidad, la votación para su amnistía se resolvió por seis votos de diferencia, en un tema tan capital como éste. ¡Sánchez sabrá! Lo tengo escrito varias veces desde que comenzó ese quilombo inconmensurable; sobre todo, después de las elecciones malhadadas del 23 de julio pasado. Puigdemont, Junqueras, Aragonés, no son nada. Representan a una porción ínfima de la sociedad española tanto en lo referido al número como a la calidad. Quien ha dado a Puchi&colegas importancia y relevancia no es otro que Pedro Sánchez. ¿Lo hace porque se haya vuelto independentista el muchacho del madrileño barrio de Tetuán? No. Algo tan sencillo  como que necesita sus siete votos para no instalarse en el averno ardiente; esto es, fuera de su amado y perseguidor poder.

La aventura equinocial no puede acabar bien. Puede ser que dure algunos más en el poder, pero la historia es muy larga y abigarrada. Tal y como están las cosas, sin Presupuestos y con casos de corrupción galopantes, el recorrido de Sánchez no tiene expedita la autopista. Todo depende de un prófugo amnistiado en falso y de unos cuantos jueces y fiscales.

Así las cosas, el columnista se va a mojar. Si tuviera que apostar apostaría a que este andamiaje político-institucional durará no más de ocho meses, y que el impostor se verá obligado (o le obligarán) a disolver la legislatura y llamar de nuevo a los ciudadanos a las urnas.

¿Que puede de nuevo volver a ganar la Presidencia? Es una posibilidad, una vez conocidos los antecedentes.

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