El principio del fin del sanchismo: del 28M al 23J

elecciones generales

Esta semana se ha cerrado una etapa política en España con la constitución de las entidades locales elegidas por los españoles el pasado 28-M, a la espera de la formación de los 12 gobiernos autonómicos en los que también hubo elecciones esa misma jornada. Con ellos acabará de visualizarse plenamente el vuelco producido en el poder territorial tras la derrota del sanchismo en la casi totalidad de comunidades autónomas: Comunidad Valenciana, Región de Murcia, Extremadura, Aragón, La Rioja, Cantabria, Baleares y Canarias. A todas ellas deben añadirse Comunidad de Madrid, Galicia, Andalucía, y Castilla y León, también con gobiernos del Partido Popular, así como las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. Estando la Comunidad Foral de Navarra a la espera, al sanchismo sólo le quedan en su poder Castilla-La Mancha y Asturias, y ambas por un único diputado. Con Cataluña y el País Vasco en manos de ERC y PNV, en estos momentos el PSOE es un partido con muy escaso poder institucional en gran parte del territorio nacional. Andalucía, la comunidad más poblada de España, es el icono de ese vuelco electoral, que ha pasado de ser su absoluto feudo político y granero de votos en todas las elecciones, a ser gobernada por el PP, que se ha hecho con la Junta con mayoría absoluta y tiene en su poder la alcaldía de las ocho capitales de provincia.

Apoyando a los candidatos socialistas de Barcelona y Vitoria para conseguir dos alcaldías tan significativas como las capitales de Cataluña y el País Vasco, hurtadas al separatismo, el PP le ha dado una lección a Sánchez de lo que es tener auténtico sentido de Estado y lealtad institucional. Resulta inimaginable que él hubiese hecho algo similar en la situación inversa, optando por candidatos populares frente a separatistas catalanes y vascos de EH Bildu. Por cierto, hablando de los de Otegi, no debe darse por amortizado el caso del delegado sanchista de la CAM, ese personaje tan próximo a él que se permitió afirmar que los bilduetarras han dado una lección de patriotismo y salvado la vida de miles de españoles. Incluso su entusiasmo y admiración hacia ellos le llevó a equivocarse intentando justificar ese supuesto patriotismo español en un inexistente apoyo a los dos estados de alarma; por cierto, ambos inconstitucionales.

Con este importante preámbulo del 28-M, la atención está ya centrada en el 23J, día en el que España se juega mucho de su futuro, con la esperanza puesta en que se consume el final de esta etapa política ya conocida como «el sanchismo». Virtud ésta de la de esperanza que no debe dejar margen alguno a la confianza, porque ya es sabido que en absoluto se puede vender la piel de ese oso antes de cazarlo.

Pedro Sánchez, sabedor de la escasa capacidad de movilización de sus bases tras su derrota y pérdida de tanto poder en sus federaciones, anuncia ahora una campaña mediática y no mitinera, con la consigna del espantajo de que «vienen Feijóo y Abascal, la derecha extrema y la extrema derecha». Por el contrario, él puede presentar como garantía de solvencia y responsabilidad a su delegado gubernamental en Madrid, auténtico fan de los patriotas bilduetarras, así como al compañero de ticket electoral de Yolanda actuando como «periodista» camuflado bajo seudónimo, para ocultar su identidad como Embajador ante la ONU defendiendo planteamientos inconcebibles en una persona que ostenta esa responsabilidad. Al ser la mano derecha de Yolanda Díaz, puede decirse que ha hecho buena a su depurada Irene Montero, y que se va a convertir en un blanco magnífico para la oposición.

Los entrevistadores de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz en los medios audiovisuales y escritos tienen la oportunidad y el deber de interrogarles con claridad al respecto, para exigirles una contundente respuesta. Es inaceptable en una sociedad democrática y civilizada que sigan en sus actuales responsabilidades, de gobierno uno y el otro de cualificado candidato al Congreso y al Gobierno (en la hipótesis de ganar). Eso sí es una auténtica imagen de lo que es el sanchismo.

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