PP: Se acabó la diversión

Alberto Núñez Feijóo
PP: se acabó la diversión

En 50 días, Alberto Nuñez Feijóo le ha dado la vuelta con notable éxito a la situación interna en el Partido Popular tras la inmensa crisis que mandó al averno a Pablo Casado y su equipo al frente del centro derecha español.

El gallego, toda una vida en lo público, ha consumado la operación con aplomo, serenidad, realismo y gran memoria interna. Consciente de la imposibilidad de asaltar el palacio de invierno con unas mesnadas deshilachadas, desmoralizadas y exhaustas, se ha venido aplicando, desde finales del pasado mes de febrero hasta hace escasos días, a coser las tuberías, cambiar las inservibles y proceder a reparar el cuadro de luces.

Incluso, ya se puede medir (escasamente) con el leviatán que los manda, porque Sánchez le esquivará en el Senado todo lo que pueda y podrá mucho.

Lo esencial, sin embargo, no es que el PP esté en primer tiempo de saludo al jefe, sino que aquello le permita dar satisfacción a los millones de ciudadanos que aspiran democráticamente a desalojar a Sánchez de La Moncloa, esto es, que convierta su oportunidad política (inmensa) en una alternativa capaz de llenar de esperanza a un país/nación y una nación/país que se debate entre el desprecio o la maldición a su clase política y tantos anhelos rotos. Ningún presidente del Partido Popular –ni siquiera Manuel Fraga- ha sido recibido con tanto apoyo como el hombre de Os Peares. Ninguno. Ha confeccionado un equipo a su medida, teóricamente capaz y con tarjeta de golpes acreditada en cada caso. Todas las condiciones objetivas juegan a su favor, entre ellas, el inmenso descrédito que Sánchez acumula.

Con la auctoritas que le concede al opinador la experiencia me permito escribir que Feijóo se equivocará gravemente si todo lo anterior le conduce a pensar que su llegada a Madrid será un paseo militar hasta palacio. La izquierda, como la derecha, existe. La mayor parte de sus cuadros viven de lo público, mucho mejor de lo que podría vivir en la sociedad de la competencia, y, por ende, llevan el cuchillo entre los dientes para que no se les arrebate la presa ya sea en coche oficial, en terminales mediáticas o el sinfín de sinecuras que dependen del poder. Cometerá un craso error, igualmente, si piensa que aquellos enfrentados al sanchismo por ideas distintas a las del corruptor de la socialdemocracia– que pagan un alto precio personal por ello- le bailarán el agua por ser simplemente quién es. Los votantes del PP no tienen el mismo ADN militante o votante que los del PSOE, ni los de Podemos, ni los del BNG.

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