Política de Estado, política basura

Política de Estado, política basura

Al analizar este periodo histórico que ahora transitamos, posiblemente se concluya que los españoles tuvimos la clase política que merecíamos. Mientras se necesitan acuerdos en materias fundamentales (educación, empleo, jubilación, derechos laborales, unidad de la nación, reglas de la democracia… políticas de Estado), se negocia un gobierno de coalición PSOE-UPodemos, que tienen planteamientos radicalmente enfrentados en esos y otros asuntos. ¿Qué les une, por encima de tantas diferencias esenciales? La política basura, el poder.

Pedro Sánchez acreditó su capacidad de maniobra, falta de escrúpulos y su carácter tramposo con su tesis doctoral. Mintieron desde Moncloa para protegerlo. Evidenció desprecio por los procedimientos legales cuando, en plena vorágine del Comité Federal que lo desalojó de Ferraz, ordenó iniciar una votación ilegal sin censo, sin control de votantes, en una urna oculta tras una cortina provocando que algunos que lo apoyaban abandonaran la asamblea. Solo podrá ser presidente con la complicidad de estalinistas, independentistas, supremacistas/fascistas y filoterroristas.

Digno contrincante del presidente en funciones es Pablo Iglesias. Su tesis doctoral con 360 faltas de ortografía lo desenmascara. Profesor interino a media jornada cobrando menos de 1.000 euros/mes, su progresión económica debería ser objeto de estudio entre la Casta política española. El movimiento cívico 15M fue transmutado en un partido comunista/stalinista; su justificación política de la existencia de ETA y la indiferencia ante sus crímenes; su coincidencia con quienes quieren romper el país; sus críticas a Ana Botella para superarla haciendo número dos de su partido a su pareja, y su mansión; todo ello evidencia incoherencia, ambición enfermiza y carencia de escrúpulos morales. Conocido es su trabajo en una televisión iraní o las subvenciones millonarias de Venezuela a través de CEPS (con Monedero y Errejón). Ni Iglesias ni Sánchez podrían ser ni líderes ni políticos en ninguna democracia europea.

No están en mejor disposición los líderes de la derecha. Su lentitud en superar su carrera, su meteórica aprobación posterior y su máster, también inhabilitarían a Pablo Casado para político en países democráticos de nuestro entorno. Albert Rivera, al que tantos vemos con simpatía por su tarea en Cataluña contra el independentismo, no ha encontrado su sitio ni el de su partido. Pasa de socialdemócrata a liberal cerrando vías de entendimiento con el PSOE en una maniobra que puede suponer un error de estrategia política. Alguna responsabilidad tiene en que pueda existir un Gobierno con la izquierda radical podemita, filoterroristas e independentistas, por no salir del caparazón de su partido y contemplar los intereses de la nación y su ciudadanía. Un Gobierno que, si existiera, sería inestable y perjudicaría a la sociedad española. La suma de sanchismo y pablismo pueden ser letales.

Tampoco Vox mejora esta mediocre puntuación de líderes políticos, insuficiente para cualquier democracia europea. Su líder, Abascal, tiene un pasado que sería el más digno por su combate contra el terrorismo, manchado después con dos cargos de alta remuneración, escasa responsabilidad y menos competencias –mamandurrias–, que le adjudicó Esperanza Aguirre. No es un partido de extrema derecha como dice el pensamiento único instalado en la izquierda más sectaria, troglodita y talibán. Algunas de sus propuestas son coherentes, razonables y necesarias para combatir el burka mental que se trata de instalar en esta sociedad.

En resumen, la tan alabada transición de una dictadura a una democracia nos dejó un sistema de partidocracia que ha enajenado al Estado, una democracia “a la española” donde no votamos a personas sino a partidos que no es comparable con democracias occidentales. Es imprescindible refundar la democracia con otros cimientos para pasar de la política basura actual a la hoy inexistente política de Estado.

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