Pedro Sánchez desea un 155 para Ayuso
Pedro Sánchez no aplica el 155 a la Generalitat catalana a pesar del supremacismo lingüístico de ERC, que le ha llevado a incumplir las sentencias judiciales que le obligan a que el español esté presente, con cierta dignidad, en las escuelas de esta comunidad autónoma. Y tampoco actúa a pesar de que, desde una televisión pública, TV3, y una radio pública, Catalunya Ràdio, se usa el lema «puta España» en antena como grito de guerra. De hecho, a la directora del ente que gestiona los medios de la Generalitat, Rosa Romà, y que apoya estos dislates la votaron los socialistas.
El doble rasero de Pedro Sánchez no debería sorprender a nadie, porque ha demostrado con creces que lo peor de la política española, Bildu y ERC, le da todo lo que quiere, mientras que a los partidos constitucionalistas de la oposición sólo les ofrece arrogancia y desprecio. De ahí que esté amenazando al gobierno autonómico que preside Alfonso Fernández Mañueco con todo tipo de medidas, que podrían llegar a un 155, por un protocolo antiabortista que no existe, dado que no ha sido promulgado en el boletín oficial de Castilla y León.
Recapitulemos: el PSOE amenaza veladamente con el 155 a un gobierno regional por algo que todavía no ha hecho, simplemente porque está formado por PP y Vox. En cambio, un gobierno regional que sí desafía continuamente las sentencias judiciales, y una cámara regional que también desafía continuamente el orden constitucional con mociones y declaraciones, no son requeridos por Sánchez para que depongan su actitud. Todo sea por los votos que ERC – y sus amigos de Bildu – le alquilan en el Congreso de los Diputados.
La amenaza velada a Mañueco es la misma que recibe continuamente Isabel Díaz Ayuso. Porque Sánchez no quiere dejar La Moncloa sin aplicarle un 155 a la presidenta madrileña, y así castigar su osadía de plantarle cara. El aviso, hoy, al gobierno de Castilla y León es una nueva advertencia a Ayuso para que sepa que el mañana está cada día más cercano. Y que Félix Bolaños anda buscando excusas para poder intervenir la joya de la corona de la política española a la mínima oportunidad.
¿Exagero? Hablamos de Pedro Sánchez, el que se cargó al Tribunal de Cuentas para que ERC no sufriera. El mismo que intentó retorcer la legalidad para cambiar el Tribunal Constitucional a su gusto. El que se ha cargado el delito de sedición y ha convertido el de malversación en el equivalente a robar un paquete de chicles en un supermercado. El que ha convertido el CIS en su oficina de relaciones públicas y el INE en un departamento de propaganda. El que ha repartido docenas de millones a la prensa amiga para que obedezcan los dictados de Moncloa. El que ha nombrado a un ex ministro y a una amiga del separatismo como jueces del Tribunal Constitucional. El que ha denigrado la Fiscalía General del Estado hasta extremos impensables. Por suerte, Ayuso sabe con quién se juega los cuartos y no se arruga ante el líder socialista. Porque para plantar cara a políticos como Sánchez se ha de jugar fuerte y con arrojo. Es el único lenguaje que entiende el inquilino de La Moncloa.