Luego no digas que no te avisaron, Pedro Sánchez
El CNI tiene constancia de que Rusia va a aprovechar la próxima cumbre de la Alianza Atlántica en España para llevar a cabo un ciberataque masivo que ponga en evidencia a la OTAN. Las sospechas tienen su fundamento en el hecho de que los grupos de hackers al servicio de la inteligencia militar rusa (GRU) han desaparecido súbitamente de la escena internacional con la guerra en Ucrania después de una gran actividad en los últimos años. Para los servicios secretos españoles es la prueba del nueve de que se han retirado para preparar algo de dimensiones colosales, un golpe en toda regla que llevarían a cabo coincidiendo con la cita de la Alianza Atlántica en España.
El problema es que la advertencia del CNI para la cumbre de la OTAN se produce en un contexto complicado para España, después del daño causado a la seguridad del Estado a raíz de la destitución de la máxima responsable de los servicios de inteligencia. Se da la circunstancia de que Sánchez entregó la cabeza de Paz Esteban a los separatistas catalanes para mantenerse en La Moncloa, después de que estos denunciaran que habían sido espiados -como es natural- por el CNI, que estaba al tanto de los devaneos de los golpistas con Moscú.
Esto es, Sánchez ha provocado una crisis en la inteligencia española de proporciones gigantescas para satisfacer las exigencias de quienes mantuvieron contactos con Rusia para lograr sus objetivos independentistas. El mensaje al resto de naciones de la Alianza es demoledor: España, sede de la próxima cumbre atlántica, tiene un Gobierno que es capaz de de entregar la cabeza de la directora de sus servicios secretos a los golpistas catalanes que se apoyaron en Rusia para sus fines secesionistas. O sea, los amigos de Putin son ahora los aliados de Sánchez. En estas circunstancias, las advertencias de un ciberataque masivo ruso contra la cumbre de la OTAN adquieren una dimensión mucho más inquietante.