Mercadona, caldereta a cuenta de Belarra
Alguien ha escrito preguntándose cuál es la razón por la que Juan Roig –cien mil empleos a sus espaldas- no ha respondido con más contundencia a las provocaciones infantiles de la señora Belarra, que creo que es ministra de Derechos Sociales, aunque no se note nada.
Lo he preguntado. La respuesta es sencilla y meridiana: la ultraizquierda pretende utilizar a los prohombres de la empresa como instrumentos para cosechar votos entre sus mesnadas. Entrar en su juego es caer en la trampa. Nada más cierto. La respuesta del levantino ha sido corta y precisa: «Los empresarios creamos riqueza, empleo y pagamos impuestos…».
Tampoco hace extenderse en demasía. A estas alturas los juegos de salón ultraizquierdistas no dan para más. ¿Que hay gente que todavía se cree sus soflamas? Sin duda, pero no cambiarán el rumbo de la historia. A aquellos que vinieron a guillotinar a la ‘casta’ y han terminado por convertirse en ‘supercasta’ sólo les queda arroparse en lenguajes pseudorrompedores que engañan a pocos. Sin gozar del poder tendrán muy difícil siquiera que su voz no sea otra cosa que un mero eco.
Imagino lo que habrán pensado los cien mil empleados de Mercadona o el resto de los trabajadores de las grandes empresas españolas que tienen su pan en ellas. En la reciente manifestación de Cibeles lo que gritaba el pueblo era esto: «Libertad, libertad sin ira, paz y trabajo». ¡Que no es poco en los tiempos que corren!
Los trabajadores, que ya les han abandonado, no están para ser conejillos de indias con cuyo voto permanecer en el poder. Ya están en él; todo el país sabe lo que son capaces de hacer.
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