Opinión

Lo que el ojo no ve

Javier Aguirre ha tirado de experiencia a la hora de rebajar la protesta por el arbitraje de Figueroa Vázquez en Son Moix el pasado lunes. La vida sigue, faltan seis jornadas y aunque no es fácil que dos de los equipos implicados en el descenso alcancen los 41 puntos que a día de hoy atesora el Mallorca sin que este sume ni uno de los 18 restantes, el sentido común aconseja no tentar al diablo o, lo que viene a ser parecido, indisponerse con el Comité.

El desastre perpetrado por el árbitro sevillano no tiene mayor recorrido. Hay que pasar página, que el campeonato se reanuda entre semana y tampoco caben más rotaciones que las forzosas. Ya he comentado en textos anteriores que cualquier colegiado tiene muchas maneras de perjudicar a un equipo y más allá de la decisión fatídica tomada en el último segundo del encuentro que dio origen al inmerecido empate del Athletic, se tomaron medidas menos aparatosas pero igual de parciales mucho antes de apurar el tiempo reglamentario más la prolongación de rigor.

Cuando antes de haber cumplido la media hora de juego, Raillo, Maffeo y Muriqi, tres jugadores fundamentales en el esquema de Aguirre, ya habían sido amonestados con tarjeta amarilla en su primera falta, suponiendo que lo fuera, condicionando el resto de su actuación. Todo el mundo hablará del penalti, cierto, pero los «leones» nunca son de los contendientes más perjudicados por el silbato, salvo que se enfrenten al Real Madrid o el Barça, como les pasa a todos. Por si fuera poco, venían de perder en San Mamés contra el Sevilla en otra jugada polémica protestada por los bilbainos, que el jueves se juegan contra el Betis en Bilbao sus opciones de relevar a los verdiblancos en la Europa League dentro de cuatro meses.

No sugiero premeditación alguna, pero tampoco me cabe duda de que la persecución mediática emprendida por ciertos medios contra el central y el lateral mallorquinistas a raíz de la derrota del Madrid en Palma, pesa en bastantes conciencias o, tal vez, inconsciencias.