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Un león bajo la mesa de mi despacho

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  • Jaime Peñafiel
  • Periodista político y del corazón. Experto en noticias sobre la aristocracia y la familia real. Ex redactor jefe de la revista ¡Hola! y fundador del diario El Independendiente y La Revista. Escribo sobre la Casa Real.

Lorenzo Queipo de Llano acaba de presentar, en el teatro Barceló de Madrid, el interesante libro El Alma en la decoración. Me ha sorprendido que se trate de una obra sobre decoración cuando la vida del hijo de los condes de Toreno va mucho más allá de este tema, ya que su biografía podría compararse con la del inolvidable Rodríguez de la Fuente, por haber corrido mil aventuras, sobre todo en África, viviendo en Sudán y en Kenia, y en Oriente, en contacto directo con los animales más salvajes. Cuando regresó a España, se instaló en Madrid y se dedicó a la decoración. Fue tal el éxito que se convirtió en un cotizado decorador. Fruto de esta ocupación, su libro.

Por ello, he recordado nuestra vieja relación que se inició con motivo de la fiesta de cumpleaños del multimillonario saudí Adnan Khashoggi, el 25 de julio de 1985, con una curiosa y divertida anécdota que nunca he olvidado: un león bajo la mesa de mi despacho.

Por entonces, Khashoggi poseía una lujosísima finca, La Baraka, de más de 900 hectáreas en la Costa del Sol de Marbella, en cuyo Puerto Banús tenía atracado su espectacular yate de 86 metros de eslora, Nabila, bautizado con el nombre de su hija. Era tan espectacular, un icono de lujo y poder que, incluso, recibió la visita de los Reyes Juan Carlos y Sofía, que salieron del barco cargados de juguetes para el príncipe y las infantas.

En esta finca decidió celebrar su cincuenta cumpleaños. Fue su última gran fiesta. Cuatro años después fue encarcelado y tuvo que vender incluso buena parte de su patrimonio, acusado de blanquear más de 100 millones de dólares del dictador filipino Ferdinand Marcos y su esposa Imelda.

Para esta fabulosa fiesta invitó a 400 invitados, entre ellos la cantante galesa Shirley Bassey para que le cantara el Happy Birthday dear Adnan. También a las actrices Brooke Shields, Elizabeth Taylor y los actores George Hamilton y Sean Connery, éste con su esposa Micheline Roquebrune, así como toda la jet set de la Costa del Sol, con Gunilla von Bismarck, Pitita Ridruejo, Sofía de Habsburgo, Alfonso de Hohenlohe y Jaime de Mora y Aragón, persona entonces imprescindible en la noche marbellí, a quien Khashoggi tenía empleado como secretario.

El rey Midas de la flor y nata, en su delirio que rozaba la caricatura, no sólo ofreció a sus invitados caviar a cucharadas sino que cada uno de los más importantes regresó a su casa con un Rolex.

Un león con collar de brillantes

Yo, que fui testigo de excepción, junto con Lorenzo Queipo de Llano, de esta macrofiesta que le costó al anfitrión más de seis millones de dólares de la época, la última de la Costa del Sol, todavía recuerdo la original forma con la que el multimillonario celebró su cumpleaños: no recibiendo un regalo de su esposa Lamia sino haciéndolo él a ella y que exhibió orgulloso: un valiosísimo collar de brillantes. No en un estuche sino en el cuello de… un león.

Si la forma de presentar el regalo ya era espectacularmente delicada, lo que nunca me podía imaginar es que ese león acabara bajo la mesa de mi despacho en la calle Serrano, esquina Juan Bravo, como director que entonces yo era de La Revista del Grupo Z.

Al estimado Lorenzo, posiblemente sin saber qué hacer con el leoncito que Khashoggi le había dado después de que su esposa le quitara el collar –»Llévatelo, que yo no lo quiero»– no se le ocurrió otra cosa que hacerme una visita no sólo para recordar la fiesta de cumpleaños del multimillonario. Lo que yo no esperaba es que, una vez que Queipo de Llano se hubiera marchado y cuando me senté en mi mesa, noté que algo había a mis pies. Y cuál no fue mi sorpresa cuando vi que era… el león de Khashoggi que Lorenzo me había dejado, sin advertírmelo, claro está, antes de marcharse a toda prisa.

Inmediatamente, lo cogí y salí a la calle Serrano con el león en los brazos, intentando dar alcance a Queipo. Cuando lo logré, le arrojé el animal a sus brazos. «¿Y qué hago yo con él?», me preguntó. «Y yo que sé», le contesté. «Es tu león, no el mío». Luego supe que a quien se lo endosó llegó a morderle… Normal, se trataba de un león, cachorro, pero león.

Khashoggi caería en desgracia, se arruinaría y vendería La Baraka. Murió en junio de 2017. La fantástica finca, reconvertida hoy en La Zagaleta, es el resort más exclusivo y privado de Europa, donde la factura de una estancia puede superar los cientos de miles de euros.

Chsss…

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