La izquierda que limpia las botas al separatismo

La izquierda que limpia las botas al separatismo
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Hay personajes dentro de la izquierda catalana que se han especializado en limpiar, por no decir lamer, las botas a los separatistas. Son personajes acomodaticios que los independentistas usan para blanquear su supremacismo con una pátina de presunto progresismo. Con el tiempo se desgastan, y los mandan a la papelera de la historia, pero siempre aparece uno nuevo dispuesto a ocupar su lugar, y de paso conseguir las prebendas que conlleva la condición de palanganero del secesionismo.

Es el caso de Rafael Ribó, que antaño fue el azote de los gobiernos de Jordi Pujol como líder de los ecosocialistas, o ex comunistas, de Iniciativa per Catalunya. Un ‘azote’ controlado, porque en la Cataluña del oasis nadie osaba traspasar los límites del campo de juego que el nacionalismo había marcado, pero que al menos daba el pego como teórica oposición al soberanismo conservador. Tras conseguir una dorada jubilación como ‘Síndic de Greuges’, el Defensor del Pueblo catalán, se dedicó en cuerpo y alma a su labor de admirador, esclavo, amigo y siervo del secesionismo.

En su huida hacia adelante como limpiabotas de los procesistas recientemente ha declarado que la culpa de las listas de espera y de los déficits de la sanidad catalana es del “sobrecoste” de atender pacientes de otras comunidades autónomas. El ‘mantra’ del “España nos roba” o “los andaluces y extremeños abusan de los catalanes” en boca de un ex líder de la izquierda catalana produciría sonrojo, si no fuera porque ya estamos acostumbrados a la servidumbre de cierto ‘progresismo’ a los dictados nacionalistas.

El tema de la Sanidad es especialmente curioso, porque de él provienen dos integrantes de la última hornada de blanqueadores del secesionismo. Hace unos años Marta Sibina y Albano Dante Fachín se hicieron un nombre dentro de la izquierda catalana por denunciar de manera inmisericorde los abusos y corruptelas en Sanidad durante el mandato del gobierno autonómico de Artur Mas. El entonces ‘conseller’ Boi Ruiz todavía debe soñar con ellos, y con la publicación que impulsaron, ‘Cafè amb llet’, que iba lleno de las trapisondas del entorno convergente en el campo de la salud.

Actualmente Sibina forma parte del ‘Consell de la República’ que ha impulsado Carles Puigdmont, después de haber sido diputada en el Congreso por los ‘comunes’ dentro del grupo de Podemos. El caso de Dante Fachín es aún más esperpéntico: líder de la sucursal catalana de Podemos; posteriormente, tras romper con Pablo Iglesias, fue candidato por Barcelona en las elecciones generales de abril por el Front Republicà, lista impulsada por el sector más soberanista de la CUP. Y en los comicios del 10-N pidió el voto para los neoconvergentes de Junts per Catalunya.

De Toni Comín se podría escribir un libro: ex ‘Ciudadano por el Cambio’ maragallista, ex socialista, ex consejero del Govern nombrado por Esquerra Republicana y actualmente mano derecha del líder neoconvergente Carles Puigdemont. En su particular colección de carnets políticos solo le falta PP, Cs y VOX, pero denle tiempo, que solo tiene cuarenta y ocho años, y en este campo es especialmente tenaz. Con pedigrí izquierdista por parte de padre, ha sido otro de los más tenaces blanqueadores del secesionismo. Posiblemente sea el más amortizado de todos, por mucho que juegue a ser un ‘exiliado político’.

Del hoy encarcelado Raül Romeva ya está casi todo dicho: activista pacifista durante la guerra de los Balcanes, eurodiputado por Iniciativa per Catalunya y una de las almas del ‘frente exterior’ abierto por los secesionistas dentro de la estrategia de Esquerra Republicana en este campo. Claro está que ya apuntaba maneras cuando denunció en el 2012 en el Parlamento Europeo que los aviones de las Fuerzas Aéreas Españolas volaban sobre el – no existente- espacio aéreo catalán, que como bien saben, forma parte de España. Todavía se escuchan las risas en la Eurocámara.

Por supuesto, los dos tripartitos de PSC y ICV con ERC, como los actuales intentos socialistas de cerrar un acuerdo con los de Junqueras, se inscriben en esta misma línea de actuación. Mientras parte de la izquierda catalana se dedique a llevar el botijo a los líderes secesionistas, esta comunidad autónoma seguirá siendo una tierra en la que los derechos cívicos de los ciudadanos son sustituidos por una visión tribal de la vida y de la política.

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