La izquierda es impostura

La izquierda es impostura
  • Xavier Rius
  • Periodista y cofundador del diario E-notícies. He sido redactor en La Vanguardia y jefe de sección del diario El Mundo. Escribo sobre política catalana.

La información corrió como la pólvora. La nueva estrella de la izquierda, Carme Arcarazo, era de familia bien. En efecto, la portavoz del Sindicat de Llogaters había estudiado en uno de los colegios de la United World College. Como la princesa Leonor.

Licenciada en Economía y Ciencias Políticas por la Universidad de Ámsterdam (2017), tiene un máster en Estudios Urbanos por la Autónoma de Barcelona (2023). Es hija del guionista Lluís Arcarazo, con una larga lista de culebrones en TV3. Entre otros, el celebrado Nissaga de poder (1996). Sin embargo, fue igualmente director del documental de Mediapro sobre el 1-O que, por supuesto, estrenó la cadena catalana.

La citada Carme Arcarazo ha saltado a la fama con la polémica de los alquileres. Ha tenido ya presencia mediática en TVE, TV3, Rac1, La Sexta. Y algunos medios y periodistas, yo incluido, piensan que puede ser la nueva Colau. Que no tardará en hacer carrera política. O al menos intentarlo. El abogado del colectivo Irídia, Andrés García Berrio, que siempre estaba en TV3 defendiendo causas solidarias, ha acabado ya de diputado de los Comunes en el Parlament.

Tras la manifestación en Barcelona, anunció que había empezado «un nuevo ciclo político». Al menos en materia de vivienda, y amenazó con un «se ha acabado». Mientras que en una comparecencia previa en el Congreso aseguró que «la gente vive angustiada» y proclamó la necesidad de «vivir tranquilos». Hasta alertó con una «huelga de alquileres», es decir, dejar de pagar a los propietarios. A veces simplemente familias de clase media.

La verdad es que, tras la mani, ya pillaron a otra manifestante, Rita, que dijo en TV3 que tenía 19 años y que compartía piso «con cinco personas». Dentro de tres meses tendría que irse y no encontraba «ninguna alternativa». Luego trascendió que su familia tenía segunda residencia en Cadaqués, uno de los municipios más chics de la Costa Brava. Y había colgado en su ‘insta’ viajes alrededor del mundo. Mucho criticar a X, antiguo Twitter, pero las notas de la comunidad a veces son demoledoras.

Personalmente empecé a desconfiar de la izquierda en el 2011. Antes de mayo de ese año, unas horas antes de ser detenido por agresión sexual en un hotel de Nueva York, ya me sorprendió el alto nivel de vida del entonces director del FMI, el socialista Dominique Strauss-Kahn. Hasta la acusación de violación era el favorito del PSF para batirse con Sarkozy. Recuerdo haberle visto bajando de un Porsche Panamericana en una información publicada entonces en El País. Yo entiendo poco de coches, sobre todo de coches de lujo, aunque debe ser uno de los más caros del fabricante alemán.

Apenas unos años después, en el 2016, trascendió que Tony Blair tenía propiedades inmobiliarias -junto a su esposa- por valor de más de 35 millones de euros. Nada más y nada menos que una decena de casas y treinta pisos. Muchos de ellos en Londres. Es cierto que Blair no era trotskista, más bien representante de un progresismo light al que bautizaron como «La nueva izquierda». Pero entre 1997 y 2007 fue el primer ministro laborista del Reino Unido.

Yolanda Díaz también ha contribuido a mi desconfianza hacia la izquierda. Los modelitos de la entonces sindicalista -incluso con fotos del Che Guevara detrás- nada tienen que ver con los de la vicepresidenta segunda del Gobierno. Y lo mismo digo de las dirigentes de Podemos, Irene Montero e Ione Belarra. No es que no puedan vestir como quieran, faltaría más. Pero parece que haya una rivalidad con la líder de Sumar a ver quién viste más pijo. El pasado verano salió Yolanda Díaz en bikini y, poco después, la eurodiputada de Podemos.

Tampoco escapa de la crítica Ada Colau. Menudo cambio de ‘look’ desde que probó las mieles del poder. Hace meses hizo llorar a una estudiante universitaria -de periodismo, por cierto- que le preguntó por su ropa. «Me visto cómo me da la gana», le respondió la entonces alcaldesa de Barcelona. Reacción tan desproporcionada debe indicar algún tipo de remordimiento.

Los hombres, por otra parte, no están exentos. El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, lo oculta en su currículum oficial, pero fue al Liceo Francés, una de las escuelas más pijas de la capital catalana. Supongo que el mes debe salir a mil euros sin contar actividades extraescolares, comida y autocar en caso de necesidad. El ministro, por cierto, describe su trayectoria «política y profesional» en el currículum oficial. Aunque oculta el nombre de la escuela. Tampoco menciona actividad profesional alguna al margen de la política.

Voy a terminar con Ruben Wagensberg, aquel diputado de ERC que se fue a Suiza en cuanto empezaron a investigarlo por su presunta relación con el Tsunami. Eso sí, como secretario cuarto del Parlament, no renunció a su sueldo de casi 100.000 euros al año. Incluso siguió cobrando dietas. En una entrevista en Rac1 con Jordi Basté dijo que sufría «pánico» y que las pesquisas le habían provocado «episodios de ansiedad».

Wagensberg era un firme partidario del «papeles para todos». Cuando hubo el episodio aquel de los menas que dormían en comisarías de los Mossos consulté su perfil de Twitter y no vi ninguna muestra de desaprobación o de condena. Claro que en esa época gobernaban los suyos: Esquerra. No como ahora que andan todos peleados. Eso sí, me parece recordar que había un par de viajes al extranjero.

Y, tras una rueda de prensa en el Parlamento catalán, le pregunté a bocajarro:

-¿Tú a qué escuela has ido?

Más que nada por si había cursado estudios en un centro público con mucha inmigración. No me lo aclaró. Se limitó a contestar que «a la concertada».

Cuando se fue a Suiza, La Vanguardia publicó un perfil explicando que había ido a la Sunion. La típica escuela concertada, pero progre y que está entre las top ten de los colegios de élite en Cataluña. No me extrañaría que tuviera, visto el edificio, hasta algún premio de arquitectura. La izquierda es impostura.

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