Inmigración en Europa: “Es la economía, estúpido”
Recuerdo mi participación como observador invitado de ACYPL y la embajada de los EE.UU. en España en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos de noviembre de 1992. En su inicio se consideraba a Bush con un 90 % de popularidad como imparable ante los éxitos cosechados en política internacional con el fin de la Guerra Fría y la Guerra del Golfo.
El estratega electoral James Carvaille, responsable de la campaña de Bill Clinton, pegó un cartel en las oficinas centrales del partido demócrata con tres puntos: primero, cambio frente a continuidad, segundo la economía, estúpido y tercero el sistema de salud.
Finalmente, fue Clinton quien con un 43 % derrotó al favorito Bush que obtuvo un 37% de los votos.
Siempre hay que considerar la economía como una clave importante para explicar los fenómenos sociológicos que ocurren en nuestro entorno, siendo además cada vez más una parte de la geopolítica.
Mucho se está hablando estas últimas semanas sobre la inmigración. Para unos supone una oportunidad para un continente envejecido como Europa, aspecto que debe ser canalizado y ordenado con inteligencia y recursos. Para otros sin embargo se trata de un problema creciente que debe ser solucionado con mano dura blindando los accesos.
Los argumentos de los críticos con este movimiento de población entre continentes básicamente son tres: que hay muchos, que mayoritariamente están desempleados y que reciben muchas ayudas. Es evidente que para que el debate fuera constructivo los datos sobre estos aspectos deberían ser accesibles para todos y no es fácil contar con ellos para realizar análisis por lo que el debate y las críticas entre bloques están garantizadas. Es claramente una fuente de desinformación y manipulación que a nadie parece preocupar.
Hay una vertiente claramente moral y humana de la inmigración. Los inmigrantes no son solo números y parte de las estadísticas oficiales, son sobre todo personas como nosotros que sin duda aportan diversidad y mano de obra a nuestra sociedad. Una diversidad que tenemos en nuestro país desde hace años en las ciudades y últimamente es más visible en núcleos de población más reducidos en nuestro país.
Llegados a este punto, quiero detenerme a plantear algunas cuestiones sobre la inmigración.
Nos preguntamos por las razones de fondo por las que centenares de miles de jóvenes y adultos, mayoritariamente hombres en edad de trabajar procedentes de países africanos tratan con mafias especializadas muy organizadas y con recursos muy visibles para llegar a Europa arriesgando su vida y pagando cantidades desorbitadas (miles de euros) para su menguada economía local. La renta per cápita de países como Mali, Níger o Chad no llega a los 2500 dólares anuales. Quién está detrás de las mafias organizadas, de los barcos nodriza y quién vende por ejemplo los costosos motores fueraborda y el combustible que utilizan en esas largas travesías.
Nos preguntamos por qué los países de origen -es cierto que algunos de ellos son estados fallidos o en guerra- no lo impiden. Dónde acaban estos ingentes recursos manejados por las mafias que esquilman a la población. Con qué entidades financieras operan y en qué fortunas se acumula esta riqueza que genera una nueva forma de esclavitud y tráfico de personas tratadas como animales en pleno Siglo XXI. ¿Tan difícil es realizar la trazabilidad de los fondos económicos involucrados y monitorizar la vida de sus protagonistas?
Nos preguntamos el origen de las empresas que están explotando los recursos energéticos y mineros, incluidas las tierras raras que poseen estos países. Cuáles son las potencias involucradas.
Pero no sólo los recursos mineros, también la pregunta afecta a la pesca. A raíz del viaje oficial del presidente del gobierno de España a Senegal, un misionero dio a conocer que la pérdida de puestos de trabajo de la pesca tradicional de los locales tenía una de sus claves en la pesca a gran escala realizada por empresas noruegas para preparar harina de pescado para alimentar a los salmones en las piscifactorías del norte de Europa que hacen que el precio del kilo del salmón en los supermercados sea tan accesible. Cada kilo de harina de pescado necesita 4 veces su peso en capturas pesqueras.
Vemos que hoy en día hay más interés en dejar las cosas como están y aguantar el temporal o avalancha de inmigrantes que acceden a Europa por la gran vía canaria que abordar la creación de empresas mixtas con locales que favorezcan la creación de puestos de trabajo y la activación de las empresas en origen.
La inmigración hoy es un arma arrojadiza entre partidos políticos que no acuerdan mediante un necesario pacto de Estado qué hacer a partir de hoy pensando en el futuro.
El caso es que hay ejemplos claros y documentados de lo que se ha hecho en el pasado con gran éxito. Empezando por el Plan Marshall (oficialmente denominado European Recovery Program) implantado en Europa Occidental desde 1948 y una implantación de 4 años. También con la reconstrucción del devastado Japón tras las bombas atómicas entre 1945 y 1956 movilizando la mano de obra agrícola y aprovechando la transferencia tecnológica desde los Estados Unidos. Y más recientemente con la incorporación de diferentes oleadas de países a la Unión Europea.
Estoy de acuerdo de que no es nada sencillo porque muchos de los que hoy ganan -populistas, mafias y gobiernos corruptos incluidos-, saldrían perdiendo.
Pero la alternativa de pretender poner puertas al campo de un país o de un continente rodeado en su mayoría por mar contando además con islas que funcionan como lugar de encuentro o hub es verdad que es un mensaje potente electoral y simple pero inútil a efectos prácticos para reducir las cifras de lo que falta por llegar y está de camino.
En el caso concreto de España lo veo realmente imposible. Somos un país acogedor, históricamente de emisión y recepción de inmigración que además cuenta ya con casi 9 millones de nuevos españoles nacidos en el extranjero y que recibimos cada año más de 85 millones de visitantes.
Solo países como China y Rusia son capaces de sellar sus fronteras con éxito. Pero están compuestos por sociedades distintas y los derechos básicos de los inmigrantes simplemente no están garantizados como tampoco están garantizados los derechos de la población local.
Y es cierto que una gran parte del trabajo y oportunidades que se busca en Europa se podría desarrollar en los países de origen con una formación adecuada y con una importante inversión. Parte de esa inversión hoy la está realizando China, con la vista puesta en tierras de cultivo, recursos naturales y el acceso a minerales clave y tierras raras.
Desde Europa estamos en una encrucijada: o gastamos nuestro presupuesto en una seguridad creciente blindando los puntos de acceso y combatiendo a las mafias tanto físicamente como financieramente, o lo invertimos en crear verdaderas oportunidades económicas desarrollando un nuevo mercado interior en un continente como el africano que integra parte del Sur Global y que cuenta con 54 países y 1.400 millones de habitantes representando desde hace años el motor demográfico global.
También es posible y será necesario combinar ambas estrategias contando con el mayor apoyo parlamentario europeo posible, forjando un gran acuerdo entre todos los países receptores de la inmigración creciente procedente, principalmente, de África.
Occasio africana pro Europa
José Luis Moreno, economista ha sido director de Economía en la Comunidad de Madrid y en el Ayuntamiento de Madrid. Analista económico y empresarial.