Inflación sobre inflación

Puigdemont

La publicación este viernes del dato definitivo de IPC de diciembre confirma el dato anticipado por el indicador adelantado, de manera que, como decía hace unas semanas en OKDIARIO, cuando se publicó dicho indicador adelantado, los precios no bajan, por mucho que el Gobierno diga lo contrario. Nada más lejos de la realidad.

La inflación anual estimada por el indicador adelantado del IPC de diciembre de 2023 es del 3,1%. Aunque es una décima menor que el de noviembre, no deja de ser una desaceleración del crecimiento de precios, no una reducción real. Venimos de guarismos muy elevados que hacen que el efecto base provoque una ralentización estadística del crecimiento interanual, pero sigue habiendo crecimiento, además, sobre niveles más elevados, con lo que una variación sobre una base mayor implica un crecimiento importante del valor, en este caso, de los precios.

Así, sobre niveles ya muy elevados, el precio de los alimentos aumentó un 7,3% interanual; la carne de cerdo, un 12,3%; los aceites, un 36,3%; los productos lácteos, un 1,3%; las legumbres, un 13,2%; las patatas, un 6,8%; el pescado, un 4,1%; el azúcar, un 6,2%. Todo ello, sobre subidas acumuladas ya muy importantes en los últimos meses.

Pese a eso, el PSOE llegó a afirmar cuando se publicó el indicador adelantado que la inflación baja gracias al comportamiento de los alimentos y la electricidad, cuando sigue subiendo, porque son subidas menores sobre niveles ya muy elevados, pero subidas. Es más, dice que la subyacente cae con fuerza -nuevamente, confunden caída con desaceleración del crecimiento, además, por efecto estadístico- por ese buen comportamiento de los precios de los alimentos y la electricidad. Quizás olviden que la subyacente excluye a los alimentos no elaborados y los productos energéticos.

Esa tasa de variación anual estimada de la inflación subyacente (índice general sin alimentos no elaborados ni productos energéticos) disminuye siete décimas, hasta el 3,8%. Nuevamente, como digo, no es bajada, sino minoración del incremento, pues sigue creciendo, ahora al 3,8% interanual.
Por tanto, la inflación no baja, sino que mantiene su crecimiento, pero sigue creciendo. Es más, si analizamos la inflación mensual, vemos que se queda en 0% (realmente, crece un 0,023%), empeorando respecto al registro de noviembre, donde bajaba 3 décimas. Y si hablamos de la subyacente, sube casi 3 décimas (2,3 décimas) mensualmente.

Todo ello, hace que desde que gobierna Sánchez la inflación haya subido un 16,75%, mientras que la subyacente, durante su mandato, lo haya hecho un 15,06%.

De esta manera, mientras Sánchez compra su permanencia en La Moncloa con todo tipo de concesión de privilegios a los independentistas catalanes, pagado por el conjunto de ciudadanos, los españoles sufren, como comenté hace unas semanas, una pérdida de poder adquisitivo enorme, al menos por tres vías: la subida de los precios, con el de muchos alimentos a doble dígito, que hace que cada vez puedan comprar menos y que tengan que pagar mucho más por ello; el incremento de sus costes financieros -por la necesaria política monetaria restrictiva para combatir el mal mayor que es la inflación-, especialmente las familias con hipotecas a tipo variable y las empresas, que se asfixian con la financiación; y el incremento de impuestos, insaciable, tanto directos, como indirectos, como el impuesto al trabajo que, en la práctica, constituyen las cotizaciones a la Seguridad Social, subidas de impuestos en las que reinciden tras la convalidación del RDL que las contiene.

Junto a ello, la desaceleración económica, que se intensifica debido, precisamente, a ese empeoramiento del poder adquisitivo, de las expectativas y de la merma de la aportación del sector exterior. Empobrecimiento que incrementa la subida de cuotas hipotecarias, que supone incrementos mensuales importantes, por encima de los 300 euros al mes en el mejor de los casos (que puede superar los 500 con facilidad).

Todo ello, merma renta disponible a los agentes económicos, que se empobrecen, especialmente las familias, afrontando, con los ahorros generados durante la pandemia ya gastados, un horizonte muy difícil, en el que la mitad de los españoles tiene dificultades para llegar a fin de mes, mientras el Gobierno los sigue endeudando y asfixiando con impuestos.

El Gobierno va sin rumbo, sin política económica, sin ya casi nada que ofrecer y regalar a los independentistas catalanes para que le den a Sánchez unos minutos más en La Moncloa, sin una propuesta de reformas estructurales con las que lograr que nuestra economía pueda crecer por sí misma de manera sostenible. Todo lo fía a cumplir con el chantaje económico y la humillación a la que le someten los independentistas catalanes, al gasto público, a los impuestos altos y a poner trabas a las empresas, mientras la economía se va parando y ciudadanos y empresas se empobrecen cada vez más.

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