Firmo SÍ al Manifiesto

Firmo SÍ al Manifiesto

Les cuento para que lo tengan en cuenta: un profesional de la demoscopia de los que no dependen de la soldada oficial de Tezanos, el jefe del Centro de Investigaciones Socialistas —escribo Socialistas y no  Sociológicas—, ni de los diezmos que reparte el gurucillo Redondo desde las Semillas monclovitas, me escribe esto: “Desde su muerte nadie ha hecho tanto favor a Franco como el reciente Collar del Cóndor Boliviano”. O sea, Sánchez me parece que se apellida. Le pregunto a mi comunicante si es que tiene noticia de que se esté realizando alguna encuesta sobre la popularidad retornada de Franco, y me replica castizamente que “no sé porque lo ignoro”.

Pues lo mismo me sucede a mí, aunque bien es cierto que en el pasado farragoso me he topado con decenas, decenas, de personas que me advertían de algo tan curioso como esto: “Le están resucitando”. Y encima nos echamos septiembre a los costados y aparece un manifiesto que, humildemente, me apresuro a firmar de la A a la Z. Con certeza que para la caterva de bodoques que hoy por hoy se alojan en el Palacio Presidencial —nunca desde el 17 un centro de Gobierno fue tomado tan a las bravas— los miles de suscriptores del documento son o unas ratas fascistas con efecto retardado, unos pedigüeños que se han quedado sin probar el suculento bocado de Sánchez, o gentes de todo jaez que no comprenden, como rezábamos en nuestros acuartelamientos militares: «El bien que se nos hace en este campamento de todas las narices».

Es posible, a lo mejor hasta seguro, que Sánchez crea que ha venido a salvarnos de tanta mediocridad política y tantísima corrupción y que todavía, como en el Evangelio, “vino y los suyos no le comprendieron”. Es posible: observando cómo la pasada semana se dirigía a embalarse en un avión de nuestra Fuerza Aérea a paso ufano y castrense, este cronista pensaba: “Este hombre cree acaba de recuperar la civilización occidental”.

Escribió Camus que “la estupidez insiste siempre”, lo cual me lleva a ser profundamente pesimista ante lo que no espera, a no ser que los citados hombrecillos del presidente se den cuenta de que están haciendo un pan como unas tortas. Esta Europa de ahora mismo ni está para Urban húngaros, ni para Sánchez hispanos. La Unión se merece otra cosa. Por ejemplo, el manifiesto de Leguina, Savater y demás amigos. Pero, claro, como a los mencionados ocupantes de La Moncloa, les trae por un higa las reflexiones o manifiestos ajenos, es muy recomendable que empecemos por dar la murga en las rúas; la  calle no es del pobre y converso Marlaska, sino de los españoles hartos de las majaderías exhumatorias del líder universal de Sánchez y sus demás polluelos.

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