España es una memocracia

España es una memocracia

Hablaba el cronista este pasado fin de semana con un muy importante empresario del transporte, uno a los que Sánchez pretende laminar el negocio por la vía de gratificar el tren al tiempo que sigue subiendo el combustible. Y me decía: “En mi casa (se refería a su industria) tengo decenas de trabajadores, la mayoría se toman vacaciones en agosto y cuando les hago recaer en las dificultades que vamos encontrar, ellos y yo, en septiembre, me responden: ‘Bueno, entonces ya veremos lo que pasa’”. Siguen estos trabajadores la receta del secretario general de la UGT, un tal Álvarez, liberado sindical que nunca ha cogido ni una azada, ni un martillo, y que ya ha aconsejado no ya a sus afiliados, que cada día son menos, sino al país en general que “¡venga!, a la playa, que hay que descansar”. Debe ser que el hombre está agotado tras la organización del Primero de Mayo, a cuya manifestación asistieron doce o trece fanáticos, o a su colaboración en el Orgullo que, al parecer, ha sido siempre una de las grandes reivindicaciones de la clase obrera.

Pues esta es, quizá en gran caricatura, la España que tenemos por delante: una grande, que no es libre ya, “Memocracia”. Una situación que, en general, asusta menos que los atascos en la Nacional III o en los alrededores mismos de Valencia y Barcelona. Fíjense: con ser arrebatadoramente brutal la crisis que se nos viene encima en España, ésa encerrarría sólo la cuarta parte de gravedad si no fuera porque, si miramos al exterior, el panorama es una fotografia de vacas flacas sin aparente salida. Lo peor que le puede ocurrir al mundo ahora mismo es la ausencia absoluta de liderazgo, mírese por dónde se mire. Bien, rectifico; sólo existe un líder, el asesino Putin. El resto no llegarían a jefes de Negociado en la USA de Reagan o en el Reino Unido de Thatcher, tampoco serían siquiera diáconos en la Iglesia de Wojtyla. A este respecto, sólo un aviso: ¿saben ustedes que el Catolicismo universal está al borde del cisma con la “Iglesia paralela” que están ensayando una gran parte de los clérigos alemanes del Camino Sinodal? ¿Tienen ustedes algún interés en constatar que se está produciendo una luterinización de la Iglesia que sobrevivió precisamente al frailón germano?

Me dirán: ¿y eso que tiene que ver con España? Perder muchas líneas en explicarlo sería ofender la inteligencia de los lectores. Si al fin y desgraciadamente ocurre lo que anticipamos, el gran factor de estabilidad universal que supone el Vaticano se irá al garete. Volvemos a completar, por lo demás, lo dicho anteriormente: emerge China sustituyendo a la Norteamérica del vetusto e incapaz Biden; Rusia se ríe de las riñas que les propinamos y ya domina, para siempre, casi media Ucrania; el dólar es cada día más fuerte respecto a un euro que se deprecia un poquito más; ya nadie niega la crisis mundial de la energía, y en esta situación lo único que se le ocurre a la teresianita Von der Leyen, es proclamar que “España es un ejemplo en materia de energía”, y  al citado, sin señalar, Sánchez Castejón,  que nos aflojemos la corbata y que el Metro circule abrasado en sus vagones a 27 grados centigrados. Parece la broma de un vendepeines de los cincuenta.

Esta es algo más que aquella ciudad alegre y confiada que dramatizó don Jacinto Benavente; es, ahí fuera, allende los Pirineos como hablaban los cursis de nuestra pubertad, y aquí dentro, que es lo que nos toca vivir directamente, un colapso a punto de llevarnos a cuidados intensivos. En esta Nación, ya desestructurada por un matarife sin principios, ni escrúpulos, la inflación no nos da respiro y nuevamente Sánchez presume de que todo irá mejor en octubre. incluso el paro que insólitamente ha crecido en julio. ¡Será mentiroso el tipo! Todos los indicadores económicos son malos, eso lo avisa todo el quisque mundial, salvo, claro está, este embustero patológico al que aún soportamos. El empleo se desplomará en septiembre, como ha pronosticado hasta la leninista Díaz. El crecimiento se pegará un morrazo en cuando descienda el turismo. Y el alza de los productos básicos encarecerá la producción y por eso se atenuará sustancialmente el consumo y el empleo no nos dará alegría alguna.

Esta es la versión incompleta de la España que está en la playa y que “ya veremos que hacemos cuando llegue septembre”. La España -lo escribo sin solicitar perdón alguno, “memocrática” de ahora mismo “pasa”, como no sea en las tertulias de café y copa, del inmenso escándalo que ha supuesto el robo de 680 millones de euros por Griñán y Chaves y sus compinches, a los que se está ensalzando como si se tratara de benefactores de la Humanidad de las clases medias y bajas a las que, por cierto quiere dejar a oscuras para controlarlas como en Siberia. A esta España narcotizada por los medios intoxicadores, le trae al pairo que Sánchez haya bombardeado el Tribunal Constitucional y en conjunto el Poder Judicial  Las gentes ya están acostumbradas a que los filoterroristas de Bildu sean los compañeros de viaje del felón Sánchez, y que los independentistas confesos y reiterados de Cataluña, gocen de todas las regalías dinerarias y  separadoras. El país no se conmueve ante las mentiras gravosas del todavía presidente que primero negó los recortes, después afirmó que únicamente serían “puntuales” y que ahora acusa a los demás de ser culpables directos de la ruina. Es cierto que el país transpira ya hartazgo, sometimiento, abulia, enojo y desafección patriótica, pero todo en un clima de resignación porque -el cronista lo ha escuchado- “quizá nos merezcamos esto”. Es la España de la “Memocracia”, de los tontos útiles que no se subleva, que no nos sublevamos, que no hemos mejorado nada respecto a aquellos demolidos que tan bien, para tan mal, describió la generación entera del 98. Es de esperar, que es mucho esperar porque eso nos saca del confort, que al final nos salga la hipercloridia y reaccionemos. ¿Quién dijo que los españoles somos más capaces de dormir defendiendo la puerta de una iglesia que de entrar en ella? Pues entremos, que no nos están quedando ni los santos.

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