España en marcha

España en marcha

«No estáis solos», fueron las palabras pronunciadas por el Rey Felipe VI en el memorable discurso que pronunció el 3 de octubre de 2017 y que tuvo el efecto taumatúrgico de sacar a los españoles a las calles para parar el golpe contra la democracia perpetrado por las autoridades que ostentan la representación ordinaria del Estado en Cataluña.

«No estás sola», le dijo Felipe VI a la princesa Leonor en el almuerzo celebrado tras la Jura de la Constitución de la heredera a sucederle en la Jefatura del Estado. «Me debo desde hoy a todos los españoles, a quienes serviré en todo momento con respeto y lealtad. No hay mayor orgullo. En este día tan importante, que voy a recordar siempre con emoción, les pido que confíen en mí, como yo tengo puesta toda mi confianza en el futuro de nuestra nación, en el futuro de España», había dicho minutos antes la princesa de Asturias.

Pues bien, ya es hora de que los ciudadanos tomemos conciencia de que no estamos solos quienes vivimos con angustia y zozobra todo lo que está ocurriendo en España. Va siendo hora de que seamos conscientes de que formamos parte de esos millones de españoles anónimos que no odian a sus vecinos por cómo piensan, por cómo aman, por cómo votan… Va siendo hora de que proclamemos con orgullo que formamos parte de esos millones de españoles que no vamos a pedir perdón por ser ciudadanos de un país que hemos construido entre todos y que se llama España.

Ya es hora de que proclamemos alto y claro que no están solos los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que han sido siempre los escudos de la democracia, que han defendido la ley y el orden en todos los rincones de España, que han protegido nuestras vidas y nuestra seguridad frente a los totalitarios, que impidieron que las hordas independentistas, violentas y sectarias secuestraran de forma definitiva las libertades de los ciudadanos que en y desde Cataluña defienden la libertad y la igualdad de todos los españoles.

No están solos los jueces que cumplen con su obligación de juzgar y emitir sentencias desde el respeto a las leyes y a la autonomía de uno de los tres poderes del Estado.

No están solos los profesores, los directores de colegios, los padres de alumnos, los niños… que exigen que se cumplan las sentencias de los tribunales y sean efectivos sus derechos constitucionales.

No están solos los jóvenes que libran la batalla para que las universidades y centros educativos sean espacios en los que se respete el pluralismo político y la libertad de expresión.

No están solos los funcionarios que actúan como servidores públicos y respetan y hacen respetar las normas sin atender a las consignas del político de turno.

No están solos quienes han sufrido y sufren persecución, quienes son vituperados, señalados, calumniados o amenazados por cumplir con su obligación legal y moral en el desempeño de sus funciones.

Va siendo hora de que nos reencontremos en las calles quienes no aceptamos la supremacía moral de ninguna ideología, quienes negamos que sea progresista el rancio nacionalismo, el feroz populismo y el peligroso supremacismo.

Ni estamos solos, ni nos vamos a rendir. Nunca jamás nos rendiremos ante los rupturistas, ante los sectarios, ante los enemigos de la nación de ciudadanos libres e iguales. Ni ahora ni nunca bajaremos la cabeza frente a los desertores del bien común.

Se acabó el callar. Y también se acabó la ira del español sentado, que decía Álvaro Pombo. Se acabó el cabreo, ¡hombre! Ya es hora de que mostremos en las calles la alegría de sentirnos mayoría, ya es hora de que actuemos como españoles sin complejos. La democracia es inclusiva, en ella cabemos todos, salvo sus enemigos. Nuestra «confianza en el futuro de nuestra nación, en el futuro de España» es lo menos que les debemos a quienes nunca se han preguntado si deben o no seguir adelante y han estado en su sitio, cada día al pie del cañón y en defensa de lo que nos une. A todos ellos, ¡gracias!; y perdón si a veces, con nuestro silencio, os hemos hecho creer que estabais solos. No volverá a ocurrir.

A la calle, que ya es hora de que esta España nuestra se ponga en marcha.

“…¡A la calle! Que ya es hora de pasearnos a cuerpo y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo.

No reniego de mi origen pero digo que seremos mucho más que lo sabido, los factores de un comienzo.

Españoles con futuro y españoles que, por serlo, aunque encarnan lo pasado no pueden darlo por bueno.

Recuerdo nuestros errores con mala saña y buen viento. Ira y luz, padre de España, vuelvo a arrancarte el sueño. Vuelvo a decirte quién eres. Vuelvo a pensarte, suspenso. Vuelvo a luchar como importa y a empezar por lo que empiezo.

No quiero justificarte como haría un leguleyo, quisiera ser un poeta y escribir tu primer verso. España mía, combate que atormentas mis adentros, para salvarme y salvarte con amor te deletreo.

…¡A la calle! que ya es hora de pasearnos a cuerpo y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo”.

Del poema de Gabriel Celaya España en marcha.

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