Errejón: anticapitalista, católico, scout y cadáver
La naturaleza no siempre es sabia, de ahí que una Hiena hedionda pueda amamantar al tierno Bambi, que huele a virgen. Ya tenemos sobre la palestra a Iglesias y Errejón, aunque enfocaremos al pipiolo de guardería para arrinconar la histeria del primero. ¿Qué decir del barbilampiño, aquejado de un problema de desarrollo? La criatura, ciertamente, resulta ser una monada, porque de guapo o masculino, no presenta rasgo que llame la atención. Si no, ¿por qué suspiran por él efebos y bilaterales y besa a la Hiena en la cruceta de los morros, volcando la mirada? ¿O por qué colecciona novias andróginas con pechos no más voluptuosos que fresones y caderas nada mórbidas? ¿Acaso aguarda a ser elegido vicepresidente para salir del anaquel?
No me hagan caso alguno, que igual estamos ante un siete machos que sigue al pie de la letra las inclinaciones lascivas del abominable macho Alfa de Podemos. Pues si aquel chupó de la ubre de la Hiena, mamó calostros que denigran la dignidad de las mujeres. El estudio del rostro de esta triste copia de Tintín, habilita nuevas decepciones. Basta ver sus breves labios, su boca de piñón, sus escuetas cejas y sus ojos, emparentados con la pubertad de Himmler, de quien, además, plagia las gafas asesinas. Y siendo sus fosas nasales estrechas, surge el cruel dibujo del que odia la cultura del civismo y ama, sobre todas las cosas, el sometimiento de su especie. El Yoyó de la Hiena, que iba, va e irá de yogurzín, es otro carroñero en versión meliflua.
Ser un lerdo de enciclopedia médica no atenúa su impudicia ni su peligrosidad. Anticapitalista, católico y scout, fardando con prendas de Lacoste cuando abandonaba el campamento de los gilipollas —tal mejunje mental barajaba el eterno imberbe— se alistó en la política por arte de magia, al estilo del legendario Merlín, a bordo de una odisea que tan siquiera los niños más estúpidos se creían. En dicha singladura emuló a su millonaria madrina la Bescansa y a su padrino analfabeto Echenique, ese Toulouse Lautrec de mercadillo. Y ambos acabaron dejándole tirado en el polvo de la cuneta de los sueños con tal de satisfacer las purgas exigidas por la soberbia del Che de todo a cien, la misma Hiena que le brindó la ubre de la mala leche.
Para salir de tan nefasta epopeya, pido ayuda a mi oráculo en OKDIARIO, Manu Bravo, y el extremeño me la da: “Errejón le ha echado un pulso público a Iglesias y el ala dura del régimen, con Monedero como sicario, han reaccionado zumbándole en el lomo a base de bien. Dicen que lo suyo es democracia, pero la realidad es que Errejón es el cadáver de un muerto embalsamado por decreto comunista. O se muestra más sumiso que nunca en el futuro tras la revuelta frustrada, o será eliminado definitivamente. En cualquier caso, es un cadáver exquisito a los postres”. Nadie reta a la Hiena, sin ser abierto en canal.
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