PRIMERA LÍNEA

¿Emergencia democrática? Menos lobos, Armengol

¿Emergencia democrática? Menos lobos, Armengol

Resulta que Francina Armengol deja a un lado su condición de tercera autoridad del Estado y se pone la camiseta de secretaria general de los socialistas baleares para ofrecerle a Marga Prohens los votos necesarios para echar a puntapiés al presidente de la Cámara autonómica y todo porque, según ella, estamos ante «una emergencia democrática».

Todo sucede en el tiempo, coincidiendo con un artículo publicado en la prensa local apesebrada que, dicho sea de paso, nada tiene que ver lo uno con lo otro, pero en el fondo sí hay coincidencia en la manipulación del mensaje. El artículo en cuestión refiere la publicación de la novela de Martín Caparrós, Vidas de J.M., con un titular que resulta reproducción idéntica del empleado en un periódico izquierdista de Madrid: «Es difícil encontrar un personaje tan dañino y repugnante como Javier Milei». 

Lo que en ningún momento se refiere es quién es en realidad este Caparrós. Pues yo se lo cuento. Martín Caparrós es un Montonero, que en su juventud fue miembro de la organización guerrillera de inspiración marxista, Fuerzas Armadas Revolucionarias, y por si no bastara colaborador del diario El País. Omitiendo estas credenciales, uno se queda con la cantinela de lo dañino y repugnante que es Javier Milei. Pero conociendo al personaje, la pregunta entonces es qué cabía esperar de él, un odiador profesional con pedigrí.

Lo mismo pasa con esa «emergencia democrática», dicha por Armengol. Empezando por la falta de respeto a su condición de tercera autoridad del Estado, lo que conlleva neutralidad institucional que jamás ha respetado; la misma neutralidad institucional que no fue respetada por las socialistas de la Mesa del Parlament balear, expulsadas del pleno precisamente por ello, siendo además una aplastante evidencia que ellas solo andaban buscando la provocación. Este dato es fundamental para entender lo que realmente ha sucedido y mira por dónde debidamente ocultado –por no explicado- a la opinión pública en el relato construido desde los medios apesebrados.

Aquí, la emergencia democrática hace referencia al forcejeo del presidente Gabriel Le Senne (Vox) con la vicepresidenta segunda Mercedes Garrido (PSIB-PSOE), que derivó en una fotografía malparada -¡qué bendición para la socialista!- que provocó acto seguido un rasgamiento de vestiduras, muy oportuno para darle hipócritamente la vuelta a la situación. Nada más. Es evidente que Le Senne pagó la novatada de no delegar en los ujieres a la hora de proceder a la expulsión de estas dos infames socialistas, es decir, carentes de honra y crédito. Entonces, entra en escena Francina Armengol y lo hace con una declaración revestida de solemnidad institucional. No cabe duda de que estuvo convenientemente asesorada subrayando su autoridad.

La izquierda acostumbra a llenarse la boca con expresiones grandilocuentes (pomposas, para entendernos) que lleven a pensar a la opinión pública que solamente ella es garante de las libertades. «Emergencia democrática» viene a ser una sublimación nauseabunda de tal pomposidad, que persigue darle una autoridad moral a sus mensajes más extremos. Así lo hizo Armengol.

Pero una autoridad moral ficticia. Allí estaba la novia vestida de blanco y con voz atribulada hablándonos de «emergencia democrática». Hablemos entonces de emergencia democrática. ¿Qué pasó cuando la pillaron a altas horas de la madrugada yéndose de copas en pleno confinamiento? ¿Qué pasó cuando se negó a investigar las menores tuteladas y prostituidas? Es más: negándole el apoyo institucional debido a la comisión del Parlamento europeo. ¿Qué pasó con la compra fraudulenta de mascarillas y sabiéndolo emitiendo un certificado de calidad? ¿Qué ha estado pasando estos meses, con su reiterada actitud vergonzosamente sumisa con el Ejecutivo lo que se ha traducido, y se traduce todavía, en la ruptura a pedazos de la división de poderes? ¿Qué hay de honorable en todo ello? ¿Acaso no cabía apelar a la emergencia democrática, traducida en la asunción de responsabilidades?

Francina Armengol está inhabilitada, por el resto de su vida política, para hablarnos de emergencia democrática. Así que menos lobos, Armengol.

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