La credibilidad de los sindicatos

La credibilidad de los sindicatos

El domingo pasado se dieron cita en Madrid los principales sindicatos, representantes de los que aún trabajan en nuestro país. El objetivo de su convocatoria era mostrar su presencia e intención de promover la derogación de la reforma laboral del Partido Popular y la anterior del Partido Socialista. Lo cierto es que estoy muy de acuerdo. Aunque además de derogar, creo que va siendo necesario que los sindicatos hagan un trabajo de pedagogía, no sólo para sus afiliados sino para la sociedad en su conjunto, donde expliquen la situación actual de los trabajadores así como de aquéllos susceptibles de serlo, pero que se encuentran alistados a la espera de empleo. Si la financiación de los sindicatos se sustenta en gran medida en fondos públicos, es importante y necesario que realicen las labores pertinentes de oficio, información, investigación y ayuda, que buena falta nos hace.

Los sindicatos no están en su mejor momento. Como no lo está ninguna organización que pretenda defender los intereses de las clases más desfavorecidas. Y no creo que sea casualidad que a día de hoy los socialistas digan sentirse más cercanos al Partido Popular —según ha declarado el portavoz de la Gestora del PSOE— que la izquierda esté totalmente diluida, que los sindicalistas no se sepa bien dónde están ni a qué se dedican. Me pregunto cuánto arropo tendría hoy la convocatoria de una huelga general. Y si cada vez acude menos gente a sus manifestaciones, en parte me temo que se debe a que han perdido credibilidad. Porque de ser fuertes y respetables no estaríamos como estamos. Nos han arrancado derechos y quienes deberían haberlo explicado, porque es su función, no lo han hecho, o al menos no lo suficiente.

¿Quizás no sabían? ¿Quizás no podían? ¿O tal vez no han querido? Es paradójico que dentro de la propia Unión General de Trabajadores se esté produciendo un ERE, como lo es conocer que en su seno hay, a su vez, representantes de los trabajadores que están indignados con el proceder de la “patronal” que, en este caso, sin guasa, es la dirección del sindicato. Creo que esta cuestión dice mucho ya de cómo se están pervirtiendo las cosas, de cómo las élites se instalan donde se supone que no debería haberlas. El mayor problema actual en nuestro país en lo que al desempleo se refiere es el juvenil: una generación que no cotiza, que no se integra y que no encuentra manera de emanciparse ni aplicar y mejorar sus conocimientos. Sin embargo, las caras principales de los sindicatos distan mucho de representar una imagen joven. Quizás por eso la juventud no se sindique. Porque no se sienten reflejados.

Otro de los problemas fundamentales que tenemos es el de la mujer trabajadora: cobramos menos por el mismo trabajo. No estamos protegidas lo suficiente en situaciones de bajas por maternidad. Y nos encontramos con obstáculos diarios para poder reclamar nuestros derechos como un trabajador en igualdad de condiciones. Sin embargo, no se ven referentes sindicales femeninos. Quizás sea por eso que las mujeres tampoco están por la labor de sindicarse. Una regeneración es necesaria también en los sindicatos: una lucha viva requiere de muchas manos. De jóvenes y de mujeres también. Que somos los que principalmente sufrimos las consecuencias del desempleo.

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