Consenso frente a polarización

El último episodio de Las charlas CyR este 2021 es una conversación entre Pep Ignasi Aguiló, presidente de PLIS Educación por Favor, y Gari Durán, doctora en Historia Antigua. CyR, simplifica: Consenso y Regeneración; plataforma constitucionalista, en origen impulsada por antiguos cargos del PSOE, Ciudadanos y UPyD –resumiendo: socialdemócratas huérfanos de filiación política por el profundo deterioro de la izquierda-, que reclama el consenso frente a la polarización. En definitiva, reivindica hacer frente al miedo y a la cobardía en estos tiempos tan revueltos y difíciles donde pace, como el borrego que es, la arrogante y desvergonzada corrección política.
Hoy, Consenso y Regeneración suma intelectuales y afines de muy variada procedencia, hermanados bajo el paraguas del encuentro constructivo. Sería bueno que Francina Amengol entendiera que apelar a la socialdemocracia es un completo fraude si desatiende esta especial circunstancia.
Es conveniente, para ponernos en situación, recuperar aquella denuncia del pastor luterano Martin Niemöller, y durante un tiempo atribuida a Bertolt Bretch, en la que señala la cobardía de los intelectuales alemanes haciendo una reflexión a propósito de la persecución, la culpa y la responsabilidad.
Comienza así: “Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, ya que no era comunista”. Después repite el argumento en iguales términos, refiriéndose a los socialdemócratas, sindicalistas y judíos. Para sentenciar: “Cuando vinieron a buscarme, ya no había nadie más que pudiera protestar”. No es de extrañar, que la primigenia corrección política quisiera apoderarse de la cita poniéndola en boca del dramaturgo comunista Bertolt Bretch. Pero nada más lejos de la realidad. Se debe a un pastor y en consecuencia no encaja bien en el relato del ateísmo radical de izquierdas y sí, hurtando la propiedad intelectual de tan desgarradora lucidez.
Aquella cobardía de los intelectuales alemanes, hoy regresa con el silencio de los medios frente a los agravios que se repiten incesantemente, apenas encontrando oposición alguna a tanta falsedad del separatismo, consentida por el PSOE de Pedro Sánchez, que de seguir así va camino de la debacle.
Gari Durán conversa con Pep Ignasi Aguiló, a propósito de los abusos que no cesan, en la aplicación en Baleares del llamado Decreto de Mínimos, es decir la consecuencia inevitable de la Ley de Normalización Lingüística en manos de los nacionalistas, a pesar de su minoritaria representación política, y pese a ello se han apoderado de la enseñanza en Baleares, anteponiendo la imposición del catalán al bilingüismo que consagra la Constitución.
Después de la singular declaración unilateral de independencia de Cataluña el primero de octubre de 2017, el resto de España ha comenzado a intuir la peligrosidad del proceso. Más vale tarde que nunca. Pero hasta entonces les daba absolutamente igual. Primer y gravísimo error. Ahora, tal plañideras se rasgan las vestiduras, cuando durante décadas nos han dejado solos. Por lo menos, ahora sí nos escuchan. Durán y Aguiló repasan nuestra realidad, describiendo un panorama, desgarrador, aunque no queramos verlo: miedo y cobardía han precedido al presente. Lo curioso es que en los recreos pese a la imposición, se sigue hablando el castellano incluso más que antes.
De ahí los comisarios políticos que espían en Cataluña el uso del castellano fuera de las aulas, y que no tardaremos en ver aquí en Baleares. Pero si algo es bien cierto, es que esta tropa separatista no ha sabido enamorarnos para el uso corriente de la lengua vernácula.
En una reunión de Cooperativistas de Viviendas, celebrada en La Lonja a finales de los años 70 del siglo pasado, escuché la conferencia de Gabriel Alomar, arquitecto que contempló en su Plan de Reforma Interior de 1943 la construcción de la avenida Jaime III de Palma: me enamoró su exquisito dominio del catalán de Mallorca, artículo salado incluido, y puedo afirmar que a mis 30 años, quedé extasiado por la exquisitez literaria del relato.
El totalitarismo que impregna la imposición del catalán no es consciente de que su intolerancia es clave en la desafección que se produce en los patios y en la calle, por muchos comisarios políticos que ponga en circulación esa nefasta corrección política. Son incapaces de entender que el consenso y no la imposición es la clave para la conservación de tan noble herencia.
Va a ser verdad, como dijo Gertrude Stein, que “Mallorca es el paraíso, si puedes soportarlo”. Probablemente la escritora estadounidense estaba en fin reproduciendo inconscientemente la sensación de George Sand, cuando vio que somos un pueblo cerrado en sí mismo e incapaz de entender al foráneo. Y mira por donde, la sangre nueva casi nos sobrepasa, sin haber aprendido la lección, con el imperativo de la globalización llamando a nuestra puerta.