Opinión

Con Bildu ha vuelto a pactar

En la campaña electoral de 2015 Pedro Sánchez prometía ante las cámaras de televisión que «con Bildu no vamos a pactar, si quiere se lo digo cinco veces, o 20. Con Bildu no vamos a pactar. Con Bildu, se lo repito, no vamos a pactar». Y otra vez lo ha vuelto a hacer. La diputada María de las Mercedes Aizpurua, condenada a un año de prisión por la Audiencia Nacional por el delito de apología del terrorismo de ETA, ha comparecido en rueda de prensa para comunicar que, de nuevo, han vuelto a pactar otra vez con Pedro Sánchez, esta vez para desproteger a los mismos agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado a los que hace nada asesinaban esos etarras a los que Aizpurua llama gudaris, que para ella significa guerreros, sustantivo que aplica a los sanguinarios asesinos que descerrajaban tiros en la nuca y escondían bombas debajo de los coches, asesinando a casi 1.000 víctimas inocentes, entre ellos 22 niños.

Sánchez vuelve otra vez a pactar con Bildu, los proetarras gracias a los que pudo sacar adelante la moción de censura que lo convirtió en presidente del Gobierno en 2018 y gracias a cuyos votos ha sido investido en 2020 y en 2023. En mayo de 2020, agradecido por una abstención sin la que no habría sido investido, Sánchez puso el logotipo del PSOE junto al de Bildu en el encabezamiento de un acuerdo para «derogar de manera íntegra la reforma laboral del año 2012 impulsada por el Partido Popular». En diciembre de 2023, en correspondencia a los 6 votos de Bildu que permitieron a Sánchez volver a ser investido, el PSOE entregó el Ayuntamiento de Pamplona al proetarra Joseba Asirón. En medio, Sánchez ha trasladado a cárceles del País Vasco a todos los asesinos etarras, tras haber transferido las competencias sobre prisiones al Gobierno vasco, de donde poco a poco van siendo excarcelados los etarras.

Hoy mismo nos desayunamos conque la consejera socialista de Justicia y Derechos Humanos del Gobierno vasco, María Jesús San José, acaba de firmar el tercer grado a los asesinos etarras Harriet Iragi y Luis Mariñelarena, que no han pedido perdón ni se han mostrado arrepentidos. La semana pasada el excarcelado fue Joseba Arregi Erostarbe, alias Fiti o Fitipaldi. Y así, uno tras otro, los gudaris de Aizpurua van saliendo de la cárcel, en cumplimiento de ese «pacto encapuchado» entre Bildu y Pedro Sánchez, que nadie ha visto, pero todos sabemos que se ha firmado, porque comprobamos, cada día más indignados, sus efectos.

Hace un año, el viernes 13 de octubre de 2023, tras cuatro años de múltiples pactos y acuerdos entre el PSOE y Bildu, Pedro Sánchez posó ante las cámaras sonriendo mientras estrechaba la mano de la condenada por apoyar a ETA, María de las Mercedes Aizpurua, asegurándose así unos votos sin los que no habría podido ser investido un mes después. La fotografía de la vergüenza que culminó los pactos del bochorno que siguieron a los acuerdos del deshonor. Toda una cuesta abajo por la que Sánchez ha pasado de socio de proetarras a aliado de los terroristas de Hamás, del narcodictador Maduro y de los ayatolas de Irán, en una carrera con la que posiblemente aspira a suceder a Antonio Guterres como secretario general de la desprestigiada ONU.

Recordamos que el Tribunal Supremo ilegalizó las candidaturas de Bildu al considerar que se enmarcan dentro de un proyecto «gestionado, dirigido, coordinado y articulado por el complejo ETA – Batasuna» y que, a pesar de haberse demostrado que son parte de ETA, sólo pueden presentarse a las elecciones por la intervención de un politizado Tribunal Constitucional, dominado por el PSOE. No olvidamos que Bildu sigue negándose a condenar los asesinatos de ETA y que, por el contrario, continúa homenajeando a los etarras en todas las poblaciones donde gobiernan. Vemos con espanto que Sánchez se ha convertido en el socio preferente de los proetarras.