Biden pasa de Sánchez
Habitualmente Sánchez sabe cómo atraer a los medios al teatro de sus gestas y lograr que le sigan. Pero esta vez no lo está consiguiendo. Es lo que le ocurre con las elecciones celebradas en EEUU a primeros de este mes. Sánchez sigue sin contar con un posado fotográfico dialogando con Joe Biden, algo que ansía desde mucho. Tan sólo un tweet de felicitación, como el que enviaron más de un centenar de países cuando la brunete mediática progre dio por ganador a Biden, es lo que pervive en los archivos del español. Aún tenemos grabadas en la retina las imágenes de aquella cumbre del G20 de junio de 2019 en Osaka donde un rudo Donald Trump conminó al presidente español a coger su sitio sin mediar palabra, sin darle un apretón de manos y sin pararse un segundo. El desdén estadounidense de entonces es también ahora manifiesto por parte de Joe Biden.
Mucha desesperación es la que existe actualmente en La Moncloa pues Sánchez es el único dirigente europeo de los países importantes que no ha conseguido hablar aún con el demócrata. Los mandatarios de Alemania, Reino Unido, Italia y Francia han logrado tener una breve conversación de cortesía para trasladarle al estadounidense su felicitación. También lo han hecho los de otros países como Canadá, Corea del Sur o Canadá, o los de otros mucho más pequeños como Irlanda. Hasta el Papa Francisco ha hablado con Biden. Pero Pedro Sánchez, no.
Al líder socialista, que tantas banderas ha levantado en el último año de anti-trumpismo al igual que hace 15 años hiciera Zapatero contra la administración de George W. Bush, no le ha servido de nada su actitud. Incluso llegó a comparar a Pablo Casado hace diez días con Donald Trump en el Congreso de los Diputados. Parece que nadie le ha dicho, ni desde el Ministerio de Exteriores que dirige la errática González Laya, ni desde sus asesores ‘monclovitas’ que los ataques verbales hacia un presidente de los EEUU, sea quien sea, es algo muy mal visto en dicho país.
El Ministerio de Exteriores lleva días removiendo Roma con Santiago, desde Madrid y desde Washington, para que se pueda producir la llamada, pero nunca llega. Hasta el propio embajador en EEUU, Santiago Cabanas, ha recibido instrucciones de dedicar todo su tiempo a lograr la anhelada conference call. De momento no ha habido más que un contacto con el jefe de Gabinete del demócrata estadounidense, pero a este paso logrará antes el capitán regente de la Serenísima República de San Marino mantener dicha conversación con el presumiblemente nuevo inquilino en la Casa Blanca. Quizás tengan que recurrir a la agenda de Soros para que se produzca dicho contacto.
La existencia del único gobierno de extrema izquierda en la Unión Europea y en clara espiral autoritaria es un hecho que no pasa desapercibido, ni gusta en los EEUU. Para ellos, los gobiernos integrados por políticos con poca o nula sensibilidad democrática no sólo representan un peligro interno, sino también para su entorno. A los funcionarios de la primera potencia no pasa desapercibida la presencia de dirigentes comunistas y bolivarianos en el consejo de ministros, ni los lazos que los unen con los regímenes totalitarios de Cuba o Venezuela. El nivel de desconfianza ha llegado a tal punto que los servicios de inteligencia estadounidenses llevan ya meses sin compartir la misma información con España que con el resto de los países de la UE. No cuentan con nosotros como sí lo hicieron durante los últimos 40 años. Estados Unidos no interfiere desde hace muchos años en la política interna de los países europeos. Tiene otras maneras de expresar su contrariedad. La condena al silencio y a la mayor absoluta soledad es la pena inconsolable a la que se aboca irremediablemente Pedro Sánchez con Trump o sin Trump.
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