Opinión

A Belarra las fotos no la sacan «guapa» (conspiración facha)

  • Graciano Palomo
  • Periodista y escritor con más de 40 años de experiencia. Especializado en la Transición y el centro derecha español. Fui jefe de Información Política en la agencia EFE. Escribo sobre política nacional

Es lo último que nos quedaba por oír en labios de esa joven que perdona la vida a sus semejantes -imitando a su amado líder- cada vez que abre la boca: ahora acusa a los editores de los medios de publicar las fotos en las que menos favorecida sale la comisaria de Pablo Iglesias en Podemos y ministra de algo.

Señora Belarra, ser joven es una bendición a tiempo parcial corto que nos concede la naturaleza; ser estulta o rematadamente boba es una decisión personal adobada con comportamientos donde la pretensión no cuadra con el talento. A esta mujer subida a un coche oficial -¿no decían que si llegaban al poder, seguirían viajando en metro o bus?-, cosa que no soñó ni jarta de pacharán, el oropel la ha confundido. Casi tanto como a su cordial enemiga y conmilitona Yolanda Díaz, que ahora se tiran de los pelos por quién se lleva la mamandurria al bote.

En los países serios, auténticamente democráticos del mundo, cualquier ciudadano tiene la posibilidad de representar a su país en las máximas instancias, incluido, naturalmente, el Gobierno. Ello suele llegar cuando han demostrado antes algo de talento, conocimiento, determinación y honradez en la sociedad civil. Aquí ocurre todo lo contrario. Sin haber demostrado nada e incluso sin haber cotizado ni un mes a la Seguridad Social, se suben al coche oficial y, claro, luego bajarse resulta dolorosísimo y se entra en modo pánico. Algo de esto parece sucederle a Belarra. Dicen los críticos del partido que es la purgadora oficial del momento. O conmigo, es decir, Iglesias, o contra nosotros, la nomenklatura.

Tengo interés en conocer que será de la señora Belarra y sus amigas de la mamandurria ministerial cuando la baraka las abandone definitivamente, como el mal desodorante, y el coche oficial las abandone en la parada del autobús. Y, sobre todo, qué despacho okuparán.