La antesala de la prohibición de los toros

Editorial

No son sólo los toros: es todo aquello que se aparta del particular código del socialcomunismo, todo lo que no responde a su patrón ideológico. La decisión del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, de suprimir el Premio Nacional de Tauromaquia, con el argumento de que «hay una mayoría social en contra del maltrato animal», no es otra cosa que la expresión más recalcitrante de ese sectarismo que destila la izquierda y que cursa, de un tiempo a esta parte, con actitudes incompatibles con la libertad. Todo aquello que se aparta de su maniquea visión del mundo es aniquilado por decreto amparándose en una falsa mayoría social. Pero, ¿quién se cree que es el ministro de Cultura para arrogarse la condición de intérprete de la opinión de los españoles? Parece obvio que estamos en la antesala de la prohibición de los toros.

Con independencia de que Urtasun demuestre muy poco fondo intelectual y exhiba groseramente su indigencia cultural, el ministro se retrata como un totalitario. A estas alturas, pedirle a Urtasun cordura es una pérdida de tiempo, porque explicarle las razones por las que la tauromaquia forma parte del acervo cultural de España es darse contra un muro: el de su indisimulado sectarismo. Parece obvio que este Gobierno es reactivo a la libertad y ha decidido arrasar con todos y con todo lo que no encaje en sus coordenadas de pensamiento. Y contra todo aquello que se le ponga por delante y discrepe de su manera de actuar. Lo más burdo de todo es la justificación que dan: que los toros representan la tortura animal y que hay una inmensa mayoría social que está contra la Fiesta Nacional. Lo único seguro es que Sumar -la formación de Urtasun- tiene una escuálida mayoría social -eso sí que es un hecho probado-, tan escuálida como los argumentos de un ministro que ha decidido imponer su voluntad sin encomendarse a nada ni a nadie más que a su propio criterio. Toda una estocada a la libertad.

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