¿Quién le tiene miedo a VOX?

¿Quién le tiene miedo a VOX?

Me he leído el programa electoral de VOX con gran atención. Hay unos de ellos, ciertamente, que me parecen aberrantes incluso a mí que soy una persona de ideología liberal como es el caso de la salida de Europa, la destrucción de las autonomías o la prohibición del aborto. Eso sí, debo decir bien claro que no he leído en ninguna parte que quieran cargarse la democracia ni convertir España en una dictadura. Solo que ahora cuentan con votos, algo que no ocurría antes de los comicios de Andalucía, y margen de maniobra para negociar sus ideas y propuestas con otras formaciones políticas. Esto, señores, que es la base de la democracia escandaliza a las izquierdas. Y saben, a mí los los que verdaderamente me escandalizan son partidos como Bildu que son defensores de asesinos; ERC que tienen un pasado fascista hace no tantos años o el PDeCAT que fue expulsado del grupo europeo por sus vínculos claros a la extrema derecha real. Curiosamente con ninguno de ellos se produce el tapón y el desprecio que hay contra VOX.

No obstante, y a pesar de haber leído en detalle sus propuestas, no tengo ninguna intención de votar –al menos a día de hoy– al partido de Abascal, no podemos negar que han nacido en democracia y se mueve en ámbitos democráticos. Quien diga lo contrario simplemente es que les teme demasiado. Un temor que sólo podría responder a dos motivos: porque los demás no se atreven a hacer su discurso o porque ello sí pueden ofrecer un nuevo reparto de mayorías rompiendo la España de izquierda tradicional, como ha sido el caso de la Junta de Andalucía. No olvidemos, así lo he dicho ya en alguna ocasión, una parte importante del votante de VOX, como partido populista, viene de la izquierda como el PSOE e incluso de la extrema izquierda como Podemos.

No cabe duda de que el problema no lo tiene VOX, sino la izquierda. Alienar al partido de Abascal como un engendro no democrático o tildarlo de extrema derecha dura es simplemente no conocer la calle. Y seguramente, tantos los genios mediáticos televisivos, como los líderes de nuevos chalets de la extrema izquierda, se han empachado tanto de los placeres de la vida que han olvidado que sus votantes viven la calle. Y quién vive la calle no teme a VOX, simplemente les escucha como una opción nueva con unas ideas que encajan con una parte de su realidad diaria. VOX ha sido creado gracias a los miedos de la izquierda y a la vidorra de sus dirigentes y su prensa afín. Esos que braman por pedir refugiados y luego no acogen ninguno. Esos que hablan de la pobreza y luego viven en mansiones de innumerables habitaciones. Esos que hablan de derechos de los trabajadores y luego los tienen trabajando en negro. Esos que en el fondo tienen miedo de ver sus mayorías reventar y sus vida mediocres saltar por los aires porque el dinero público ya no será suyo.

Una situación que no es desconocida en España. Esto mismo ya pasó en Cataluña con el advenimiento de los independentistas. Creían que el mundo, las calles y la autonomía eran de su propiedad, pero al cabo de los años descubrieron que una cosa son los despachos y otras las personas. Esa misma realidad están comenzando a verse en muchos dirigentes de la izquierda. Ni toda España es de izquierda ni tampoco toda la nación cree que VOX sea de ultraderecha.

En democracia, por suerte, todos tenemos los mismos derechos, y hasta VOX, que para mí también tiene sus flaquezas, ha conseguido colorear la España que algunos creían que era sólo suya. A los demócratas VOX no debe infundir miedo, sino simplemente debate y consolidación de unos principios en los que algunos creemos. Las palabras en la izquierda siempre han sido el reflejo del miedo. Por suerte, como decimos, no toda España es de izquierdas, ni todos tenemos miedo de defender una democracia con más opciones .

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