¿Éste tampoco dimite, Manuela?

¿Éste tampoco dimite, Manuela?

Jacobo Rivero debe dimitir sin más dilación, pero no lo hará. Ahora Madrid ha demostrado en innumerables ocasiones que su manera demagógica de entender la política desconoce la manera de conjugar el verbo cuando el tejemaneje es propio. El Ayuntamiento de la capital de España lleva tres años secuestrado por la hipocresía. Manuela Carmena, cabecilla de los «alcaldes del cambio», ha demostrado que sí había cambio… pero a peor. Madrid Destino, donde trabaja Rivero, ha concedido 92.820 euros al grupo Tangente, que en su momento dio dinero a la cooperativa que él mismo fundó. Por mucho que Rivero trate de matar la credibilidad de los periodistas y acuse a los medios de cacería mediática, la realidad siempre le gana la partida a las excusas. La incompatibilidad es manifiesta.

Jacobo Rivero llegó a tener el cargo de «interventor» en Freepress según integrantes de la propia cooperativa. Ahora, como responsable de comunicación de la empresa pública Madrid Destino, OKDIARIO desvela este caso que vuelve a retratar a los que en teoría aparecieron en las instituciones  para ser «nueva política» y han demostrado que son más viejos que la casta más recalcitrante. Cuando Carlos Sánchez Mato y Celia Mayer fueron imputados por el caso del Open de Tenis, tanto Manuela Carmena como Pablo Iglesias salieron en su defensa para que ambos concejales continuaran cobrando del dinero de todos los españoles. A día de hoy, es cierto que están apartados de la primera línea del partido. Sin embargo, es una mera cuestión de imagen y beneficio propio, ya que nunca han llegado a dimitir y siguen cobrando sueldos de más de 90.000 euros al año del Consistorio madrileño.

¿Qué se puede esperar de unos regidores municipales que llegaron a borrar el código ético de su página web? Y eso que Podemos y sus marcas blancas —también Ahora Madrid— anunciaron que iban a ser inflexibles con los hechos carentes de ejemplaridad. Tanto que en el código ético del partido a nivel nacional son tan claros como falsos a tenor de su aplicación práctica: «Todos los cargos electos y cargos internos de Podemos aceptarán el compromiso de renunciar al cargo público en caso de ser imputados». No sucedió ni con Mayer ni con Mato. Ahora, y por mucho que Jacobo Rivero no lo esté, en aras de la ética y la dignidad, debería dimitir tras la información exclusiva de este periódico. Otra cosa redundaría en el descrédito de una formación a la que los electores madrileños deben echar del Palacio de Comunicaciones en las próximas elecciones municipales.

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