Sánchez, el chupabanquillos de Otegi

Sánchez, el chupabanquillos de Otegi

Otegi ha vuelto a encontrar en Sánchez una nueva oportunidad de bucear por encima del lodo y recoger una nueva bocanada de aire. “Estoy encantado de echar a Rajoy si Sánchez recupera la plurinacionalidad”. Cuando todos pensábamos que el secretario general del PSOE era un mediocre sin el menor alcance político, éste ha vuelto a poner en valor que, como mínimo, es un altísimo representante de aquel producto viejo y pusilánime, importado por modernetes apologistas y meseteros perezosos desde las galeras del PSE y de EH Bildu: “Los nuevos tiempos de la política”. Esa mierda de prosa que alberga los pactos y la afinidad antinatura entre un partido de asesinados y otro de justificadores de asesinatos. Por descontado que las declaraciones de Otegi a favor de la regencia nacional de Sánchez no convierten al socialista en ETA, pero sí en su chico de los recados. Su oportunidad de conseguir lo que, hace menos de 10 años, peleaba con el dedo en el gatillo. Lo cierto es que, tras recibir semejante apoyo, cualquier ser humano y político decente se hubiera retirado voluntariamente hasta el agujero más lúgubre sin posibilidad alguna de retorno.

El de Otegi es el apoyo explícito de un terrorista condenado y corresponsable del exterminio de los socialistas Fernando Múgica Herzog, Vicente Gajate, Fernando Buesa, Juan María Jáuregui, Ernest Lluch, Froilán Elespe, y José Luis López de la Calle y, por ello, su pase de muleta al secretario socialista debería bastar para desterrar a Sánchez de la arena democrática de por vida e instar a sus votantes, y al resto de los partidos constitucionalistas, a reflexionar sobre si el PSOE merece militar su mismo bando más allá de la pura cortesía y formalidad. El apoyo explícito de Otegi convierte a Sánchez en su suplente mientras el batasuno chupa banquillo tras su inhabilitación por la Audiencia Nacional. En el facilitador macabro de la estrategia documentada y atribuida, oficialmente, a las máximas alturas del nacionalismo catalán y vasco que, por aquel entonces, atentaba con brutal diligencia. La llamada Estrategia de la renacionalización de Cataluña y Euskal Herria.

Observen como sus líneas no sólo convergen con el modelo presentado por Pedro Sánchez en unos desayunos en el verano del 2017 en los que se refirió a España como “una nación de naciones formada por España, Cataluña, Galicia y País Vasco», sino que han sido y son implementadas en la actualidad tanto en las regiones gobernadas por la izquierda abertzale y el nacionalismo catalán como en las comandadas por los socialistas:

“La renacionalización de los programas de enseñanza, la elección y vigilancia a los inspectores para que sigan la normativa sobre el fomento del sentimiento y liberación nacional, la incidencia en las asociaciones de padres aportando dirigentes con criterios nacionalistas. La permeabilidad en las escuelas de FP y de directivos sectoriales para difundir el espíritu nacional entre los alumnos y futuros directivos de empresa, la potenciación de las asociaciones de estudiantes nacionalistas, la formación de los periodistas para garantizar una conciencia nacional, la creación de las agencias de noticias y televisiones de espíritu nacionalista, y la nacionalización de las federaciones deportivas y el Fomento y consolidación de entidades y grupos culturales capaces de reasignar el sentimiento nacional en todos los ámbitos, especialmente en las áreas suburbiales”. Si Sánchez es apoyado hoy por EH Bildu se habrá consagrado como subalterno del partido, y cito literalmente al Tribunal Supremo en su sentencia de 2011, “auspiciado por la misma ETA” y de “sus candidatos testaferros de Batasuna».

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