Al PSOE le sobra independentismo

Al PSOE le sobra independentismo

Francina Armengol es una rémora para el Partido Socialista si el Partido Socialista aspira a seguir siendo una gran formación nacional y constitucionalista con alguna posibilidad de volver algún día al Palacio de la Moncloa. La presidenta de Baleares simboliza mejor que nadie el exceso de independentismo y el comportamiento veleidoso de algunos reyes de taifas socialistas que, imbuidos por el separatismo catalán, tratan de imponer regímenes cuasi secesionistas en sus respectivas regiones. Parece que están poseídos por una suerte de efecto contagio procedente de Cataluña que los lleva a intentar ser un remedo de los radicales que han tratado de dinamitar nuestro Estado de Derecho. Armengol, en concreto, lleva mucho tiempo sin disimular. El último dislate ha sido apoyar a los golpistas vistiendo de amarillo durante los actos oficiales del Día de Sant Jordi en Palma de Mallorca. 

No obstante, no es la primera vez —ni será la última—, ya que desde la dirección nacional de Madrid muestran una llamativa indolencia hacia este tipo de actos inaceptables. En vez de condenarlos y ser intransigentes con la grave situación que carcome Cataluña —el secretario de Justicia del PSOE ha comparado a España con Corea del Norte por retirar prendas golpistas— siguen buscando justificaciones y eufemismos para referirse a los sediciosos. Tras la final de la Copa del Rey del pasado sábado incluso han llegado a unirse a Podemos para criticar al Gobierno por el hecho de que la Policía Nacional requisara camisetas y prendas amarillas a los aficionados del Barcelona antes del evento deportivo. Una actitud oportunista que exhiben desde hace tiempo y que, además, no les ha servido de nada para pescar en los caladeros de votos independentistas en Cataluña. 

De hecho, la cercanía casi connivente con ellos de la mano de Miquel Iceta, lejos de granjearles buenos resultados electorales los llevó a cosechar el segundo peor resultado de su historia en la región. Un resultado desastroso que se puede extrapolar a nivel nacional si siguen más cerca de la corriente de José Luis Rodríguez Zapatero que de la de aquel PSOE hegemónico, ganador y españolista que en 1982, y con Felipe González al frente, se convirtió en una auténtica máquina de ganar elecciones. Ahora, sin embargo, el partido se encuentra a merced de radicales como Armengol, que igual se viste de amarillo que instala una dictadura lingüística en Baleares a través de ámbitos tan importantes como la Educación o la Sanidad. En este último sector, incluso discrimina a los mejores currículos para favorecer a los que sepan catalán. Si el PSOE no rectifica y retoma la senda del constitucionalismo, el liderazgo de Pedro Sánchez volverá a ser la crónica de una muerte anunciada.

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