Los golpistas no merecen regalos

Los golpistas no merecen regalos

Los golpistas no merecen regalos. El Gobierno hace bien en ofrecer las mismas mejoras en financiación a todas las comunidades autónomas. No puede ser de otra manera, ya que cualquier concesión especial supondría recompensar a todos aquéllos que han intentado —y que seguirán intentando— romper la unidad de España. Sería una auténtica discriminación, además, para las regiones donde la gran mayoría de dirigentes y ciudadanos cumplen de manera escrupulosa con la ley. Y es que cualquier prebenda adicional podría ser aprovechada por los sediciosos para financiar y fortificar su deriva a ninguna parte. Cataluña debe recibir el mismo dinero que el resto de autonomías, pues sus ciudadanos tienen los mismos derechos —y deberes— que el resto de ciudadanos en España.

Por mucho que hayan votado de manera mayoritaria al bloque independentista, sus necesidades han de ser cubiertas. No obstante, eso es una cosa y beneficios adicionales en relación al resto, otra muy distinta. El Ejecutivo acierta al evitar el chantaje golpista y ponderar así los distintos territorios por igual. El huido Carles Puigdemont y sus acólitos siempre han tenido como principal objetivo una financiación privilegiada para Cataluña. De hecho, ha sido uno de los reclamos que se escondían tras el demagógico España nos roba. Un mantra que ha calado en parte de la sociedad catalana y que es tan manido como falaz.

La aplicación del reparto autonómico debe ser equitativa, siempre teniendo en cuenta el principio de solidaridad entre las regiones. Y, desde luego, no puede servir para que el beneficio de unas redunde en el perjuicio de otras. Un cupo catalán supondría una bomba de racimo para la financiación autonómica y, por lo tanto, un error. Algo en lo que perseveró durante un tiempo el PSC de Miquel Iceta y que de producirse en un hipotético futuro sería injusto para el resto de comunidades autónomas, amén de un error imperdonable por parte de la secretaría general del PSOE al concederlo. Cataluña no debe recibir menos que las demás, pero desde luego tampoco merece más que nadie. El chantaje no puede funcionar nunca como elemento disuasorio en las negociaciones de un país democrático.

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