No mientan; no engañen

No mientan; no engañen

A veces uno se pregunta si es posible hacer más el ridículo y acaba contestándose que sí. Los próceres del secesionismo en Cataluña no tienen límite a la hora de hacerlo. Y no es posible ser más ridículo ni en su parafernalia de forma cómo, quizá más importante y sutil, en sus planteamientos de fondo. Formalmente, el procés está resultando cómico. Y cómicas son las actuaciones de aquellos que se encuentran detrás del mismo tanto como las de aquellos que se ponen de perfil encumbrando su resentimiento, felonía y nauseabunda cobardía. Y en su fondo, semejante comedia bufa está resultando una auténtica mofa, un insoportable baldón. Sus intérpretes tratan de vender, y existen aquellos que se lo compran, que España conculca la democracia porque no deja votar. Como si del “suplicio de Tántalo” se tratara, gota a gota deslizan dicho mensaje para ofertar a España como azote de los demócratas que humildemente solo aspiran a “poder decidir”.

No dudan en instrumentalizar su maltrecha estrategia desde un sinfín de ilegalidades donde copan un gran porcentaje de los delitos que figuran en nuestro Código Penal. Es tan arrabalera su actitud que no tienen vergüenza ni empacho en utilizar a los menores con tal de mantener viva la llama de su procacidad. Y no señores, la actitud del Estado y de sus instituciones no se proyecta a impedir una votación, sino a impedir un acto ilegal; revístanlo como deseen. No señores, el concepto “democracia” y el hecho de “votar” no tiene que ir indisolublemente unidos. Sin duda alguna, en toda democracia “real” es elemento esencial el voto, el sufragio universal, pero no toda sociedad que vota se inserta en una forma de gobierno democrática. No mientan, no engañen. ¿Saben ustedes que las elecciones en Corea del Norte se celebran cada cinco años y se elige a los miembros de la Asamblea Suprema del Pueblo?.

Corea del Norte, ejemplo de democracia plural. Y Cuba, crisol y cuna de libertades, ¿conocían ustedes que su sistema electoral establece, mediante una ley electoral vigente desde 1992, dos tipos de procesos nada más y nada menos?. Qué decir de China, con unas garantías democráticas que son el arquetipo y el espejo donde los amantes de la libertad han de mirarse. ¿Sospechaban que todo ciudadano de la República Popular China que haya cumplido los 45 años de edad tiene derecho a elegir y a ser elegido? No señores, democracia no es solo votar. Democracia es ante todo cumplir la ley. Democracia es la forma de gobierno donde todos los ciudadanos son iguales ante la norma jurídica y donde, fuera de bastardos intereses políticos y no solo políticos, sobre aquel que la incumple recae todo el peso de la justicia. Una nación es más democrática cuanto mayor seguridad tienen sus nacionales en sus instituciones, cuando se defienden y respetan sus símbolos, cuando aquellos que ejercen la alta magistratura de gobernar no se paran ni vacilan en reinstaurar y mantener el orden. Una nación es democrática cuando un gobierno y sus instituciones se encuentran sometidos a la ley.

Las ensoñaciones de los caricatos secesionistas se añaden a ese cúmulo de constantes falsedades en las que se encuentra inmerso el procés. No se persigue un acto formal, se oprime, como debe ser, un acto ilegal. Y no es posible, en este momento, mantenerse en la equidistancia, en lo “gris”. La democracia real necesita que todos se retraten y que la sociedad reflexione sobre la actitud de sus representantes. Y sobre todo la democracia exige que su gobierno actúe sin miedos ni complejos, exento de obsesiones miedosas por las vacías críticas de una oposición irresponsable, porque como dijo el gran político español Antonio Maura: “Los buenos gobiernos se conocen cuando lo que hacen vale más que lo que sus opositores dicen”.

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