El gris de Zapatero

El gris de Zapatero

Hablaba recientemente José Luis Rodríguez Zapatero sobre la situación en Venezuela. Manifestaba abiertamente un punto de vista que, si bien no se distanciaba mucho del de Felipe González, no era del todo igual. Felipe, que se ha posicionado respecto a la situación del país gobernado por Maduro, ha declarado públicamente en varias ocasiones que Leopoldo López es un preso político que debería ser puesto en libertad inmediatamente. Sin embargo, Zapatero, aunque ha venido a decir más o menos algo similar, no ha optado por considerarlo “preso político”. Decir esto supondría darle al Gobierno de Maduro una capa de pintura dictatorial, cosa que un mediador de conflictos como José Luis, no haría jamás. Y esto le honra. 

Es evidente que la situación en Venezuela es de una tensión que roza ya los límites de la explosión social. Pero siendo sensatos, la responsabilidad no puede atribuírsele a Maduro. O al menos no únicamente. Son muchos los intereses que hay en esta zona, sobre todo del exterior y que ponen el foco en los recursos naturales —principalmente petróleo—. No falla: cada país con riqueza está condenado a ser intervenido, sea como sea. Hace años esto venía pasando con golpes de Estado militares, con embargos, con bloqueos económicos; ahora se asedian los países, se les deja totalmente aislados, al tiempo que se financia —supuestamente— grupos de la supuesta “oposición” política, apoyados por actores exteriores para conseguir debilitar al Gobierno, abriendo brechas y fracturas por todos lados, hasta que el sistema se desmorona. 

No creo que Maduro sea buen dirigente. Pero tampoco creo que Venezuela sea una dictadura. No lo es porque hasta los más liberales han tenido que reconocer recientemente que la oposición había ganado los comicios, y por lo tanto, con semejante afirmación queda claro que es difícil “derrocar a un régimen” a través de unos comicios. Sin embargo, las tensiones no se relajan, todo lo contrario. Y erróneamente, Maduro está dando pasos, a mi juicio, equivocados. No niego que su objetivo final sea mantener una idea, más bien un ideal, del que fuera aquella época chavista en la que se consiguió hacer avanzar a un país dentro de los esquemas socialistas. Meritorio, por cierto. Pero ahora, ese que viera a Chávez reencarnado en un pajarito, no está siendo capaz de hacer frente a las necesidades de su pueblo ni a las continuas trabas que le ponen desde fuera —y le cuelan desde dentro—. 

Zapatero está intentando mediar en lo que considera “un proceso de paz preventiva”, y con esta afirmación ya anuncia que no sería descabellado pensar que algo fatídico pueda suceder. La embajada de Perú ya se ha marchado del país de manera indefinida. Yo, que no entiendo bien la jugada de Zapatero dentro de la batalla actual del PSOE, creo que su función en Venezuela es de vital importancia. Un político prudente, consciente de muchos hilos y, aún así, comprometido por el diálogo y la paz. No todo es blanco ni negro, y nuestro expresidente, se mueve bien en los grises. 

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