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Hallazgo no apto para aprensivos: encuentran la telaraña más grande del mundo dentro de una cueva tóxica

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Telaraña. Foto: Freepik
  • Ana López Vera
  • Máster en Periodismo Deportivo. Pasé por medios como Diario AS y ABC de Sevilla. También colaboré con la Real Federación de Fútbol Andaluza.

Los científicos descubren una inmensa telaraña que cubre más de 100 metros cuadrados dentro de una cueva impregnada de vapores sulfurosos.

El descubrimiento, además de estremecer a los aracnofóbicos, ha sorprendido a la comunidad científica por revelar un tipo de comportamiento social nunca antes documentado en especies de arañas que, hasta ahora, se consideraban solitarias.

El escenario de este hallazgo es una cueva situada entre Albania y Grecia, un entorno tan hostil que pocos organismos pueden habitarlo.

Descubren la telaraña más grande del mundo en una cueva tóxica entre Albania y Grecia

Según detallan los investigadores en la revista Subterranean Biology, la red alcanza una superficie aproximada de 106 metros cuadrados, lo que equivale al tamaño de un apartamento de ciudad.

En su interior, se estima que habitan cerca de 111.000 arañas, conformando una auténtica metrópolis subterránea que asombra por su densidad y organización.

Dos especies dominan esta colonia: Tegenaria domestica, común en hogares humanos, y Prinerigone vagans, una araña mucho más pequeña. Lo asombroso es que ambas han renunciado a su naturaleza individualista para cooperar en una red colectiva que recubre las paredes húmedas de la cueva.

Arañas sociales dentro de la telaraña más grande del mundo

Normalmente, las arañas cazan y tejen sus telas por separado. No obstante, en este entorno extremo, los investigadores observaron que miles de ejemplares colaboran en una estructura interconectada y estable.

Este fenómeno, conocido como «colonialidad facultativa», se da cuando una especie cambia su comportamiento para aprovechar una abundancia de recursos poco habitual.

De acuerdo con el equipo liderado por Traian Brad e István Urák, el aislamiento genético y la disponibilidad constante de alimento han propiciado esta cooperación sin precedentes.

La adversidad ambiental ha obligado a las arañas a reinventar su modo de vida, creando un ecosistema sorprendentemente organizado y funcional que desafía el concepto de especies solitarias.

Un ecosistema subterráneo alimentado por gases tóxicos y quimiosíntesis

La llamada Cueva del Azufre alberga un ecosistema basado en la quimiosíntesis, un proceso mediante el cual ciertos microbios obtienen energía de reacciones químicas, en lugar de la luz solar.

Estos microorganismos crean biopelículas en las paredes y sedimentos de la caverna, sirviendo de alimento a larvas de mosquitos y otros pequeños invertebrados.

A su vez, los enjambres de mosquitos adultos se convierten en la fuente principal de alimento para las arañas. Los análisis de isótopos demostraron que toda la red alimentaria se sostiene internamente, sin depender de materia orgánica exterior, lo que evidencia un ciclo cerrado de vida muy raro en la naturaleza.

Adaptaciones genéticas y fragilidad del ecosistema de la telaraña

Las arañas de esta colonia presentan rasgos genéticos únicos y una capacidad reproductiva reducida respecto a sus parientes de la superficie. Los investigadores advierten que el equilibrio de este ecosistema es extremadamente frágil: cualquier cambio en la concentración de sulfuro de hidrógeno podría destruir la cadena de vida que lo sustenta.

El hallazgo revela cómo la naturaleza puede convertir un ambiente tóxico en refugio lleno de nuevas oportunidades, mostrando la sorprendente capacidad de adaptación de la vida incluso en los lugares más inhóspitos del planeta.

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