COCHES

Síntomas de un turbo roto: cuáles son y qué hacer

Descubre qué síntomas tiene un turbo roto y qué debes hacer

¿Qué es el turbo de un coche, cómo funciona, para qué sirve y cuánto cuesta cambiarlo?

Los vehículos están formados por un sinfín de piezas que en algún momento podría sufrir cualquier tipo de avería inesperada o por un mal uso del mismo. En las siguientes líneas, nos vamos a centrar principalmente en los síntomas que tiene un turbo roto y cómo afrontar el problema para solucionarlo en el menor tiempo posible.

Qué síntomas tiene un turbo roto

En condiciones normales, un turbo o roto o gravemente dañado puede tener varios síntomas que, a continuación detallaremos, como es el caso de la pérdida de potencia, la salida de excesivo humo, o un consumo elevado de aceite, entre otras situaciones.

Para empezar con los síntomas más comunes, nos centraremos principalmente en la pérdida de potencia, pues el motor se vuelve más lento y le cuesta acelerar, especialmente al subir cuestas o en tramos de carreteras donde se le exige un poco de potencia. Por otro lado, también debemos de citar un humo excesivo en el tubo de escape, y que puede salir al exterior en un tono azulado (deja pasar el aceite), negro (exceso de combustible sin quemar) o blanco (mezcla de refrigerante u otros problemas).

En tercer lugar, un turbo en mal estado podría provocar un ruido anormal, fuera de lo común, como es el caso de un silbido fuerte o agudo al acelerar o una especie de zumbido o chirrido. A su vez, también podría incrementarse el consumo del aceite por fugas internas, por lo que es aconsejable revisar el nivel de mismo con cierta frecuencia. Una aceleración irregular también podría aparecer y provocaría retrasos al acelerar, tirones y falta de respuesta inmediata. Por último, y no menos importante, este problema provocaría que la luz del tablero del vehículo se encienda debido al problema. 

Cómo saber si el turbo está roto

Para confirmar que nuestro turbo está roto o gravemente dañado, podemos realizar varios comprobaciones, ya sea en casa o en el taller mecánico, donde un profesional te confirmará -o no- la rotura del mismo. En primer lugar, es recomendable realizar una revisión visual para buscar una holgura en el eje del turbo, el aceite del intercooler o entrada de admisión.

También podemos hacerlo utilizar un escáner OBD2 para que nos indique si existe o no cierta sobrepresión, baja presión o sensores de admisión. Por último, y tal y como hemos comentado líneas atrás, llevar el vehículo a un taller mecánico es lo más efectivo para comprobar si el elemento en cuestión está defectuoso, pues en profesional realizará pruebas mucho más precisas de presión y comprobará el funcionamiento del sistema. 

¿Se puede circular o viajar con este elemento roto?

Esta, posiblemente, sea la gran pregunta del millón entre los usuarios más curiosos que están leyendo este artículo. Pues bien, circular con el turbo roto no es recomendable en ningún caso, pues podría agravar seriamente los daños en el motor del mismo. Es cierto que el vehículo puede trasladarse sin ningún tipo de problema por las carreteras, pero lo hará con una pérdida de fuerza y potencia, un mayor consumo de carburante, con posibles fallos en la aceleración… todo esto provocará, lógicamente, que la seguridad se reduzca considerablemente en escenarios de adelantamientos y en subir pendientes.

Por otro lado, es importante destacar que si el turbo pierde aceite hacia la admisión, este podría ser aspirado por el motor y provocar una autoalimentación, es decir, que el motor se acelera sin control y sufrir una rotura completa en pocos segundos. También existe el riesgo de que pequeños fragmentos del turbo ingresen completamente en el motor y causen daños internos, además de provocar multas por emisiones contaminantes, sobre todo si se trata de humo azul, que tiene relación con la quema de aceite; o negro, el cual se produce por una mezcla de estos elementos.

Por último, no nos podemos olvidar que, en viajes largos, el problema de circular con el turbo roto podría generar uno más grave, pues trabaja más tiempo en condiciones dificultosas y podría sobrecalentarse, sufrir fallos en los sensores u obstaculizarse el catalizador. Por ello, y a modo de conclusión, no es recomendable circular con el turbo roto. Deberías acudir rápidamente hasta tu taller de confianza para que solucionen el problema y poder ahorrarte unos futuros euros en caso de que el problema se agrave.