Psicología

El peligro de ir ‘en piloto automático’ por el estrés según una psicóloga: «La gente ha normalizado…»

Ir en piloto automático
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Hoy en día, no es raro encontrar personas que sienten que el día se les escapa de las manos. Reuniones, compromisos, tareas domésticas, responsabilidades familiares… Todo parece formar parte de una cadena interminable. Incluso los momentos de ocio están condicionados por una especie de urgencia silenciosa, como si cada minuto libre debiera justificarse o rentabilizarse. Esta dinámica de ir «en piloto automático», lejos de ser algo excepcional, se ha convertido en la norma para muchos.

La psicóloga Patricia Ramírez lo define como el «síndrome de la vida ocupada», un fenómeno que va mucho más allá del simple hecho de tener muchas cosas que hacer. Se trata de un estado mental, casi una filosofía de vida, en la que estar permanentemente ocupado se confunde con ser valioso o exitoso. En este contexto, parar, descansar o simplemente disfrutar sin culpa se convierte en un acto casi subversivo. Ramírez, en una entrevista en el podcast «Roca Project», compartió su análisis sobre cómo esta mentalidad se ha normalizado hasta el punto de que muchas personas viven desconectadas de sus verdaderas necesidades.

Las consecuencias de ir ‘en piloto automático’

La cultura de la productividad ha glorificado el estar siempre activo. En muchas conversaciones cotidianas, cuando alguien responde «no paro», lo hace con cierto orgullo. Vivimos en una sociedad que ha aprendido a asociar el valor personal con el rendimiento constante, donde los logros se miden por la cantidad de tareas cumplidas.

Este síndrome atraviesa todos los ámbitos: estudiantes que sienten que no pueden bajar el ritmo, madres y padres que viven volcados en las necesidades de otros… Es como si hubiese una especie de vigilancia invisible que juzga cada pausa, cada rato libre, como si fueran síntomas de debilidad.

Una de las principales ideas que propone Patricia Ramírez es que muchas personas han aprendido a ir «en piloto automático». Este estado implica ejecutar la rutina diaria sin espacio para la reflexión ni la conexión interna. Nos levantamos, trabajamos, atendemos la obligaciones, y al llegar la noche nos vamos a dormir, muchas veces sin recordar con claridad qué hicimos en el día que realmente haya sido nutritivo a nivel emocional.

Vivir así puede funcionar por un tiempo, pero tiene consecuencias. La desconexión prolongada con uno mismo puede derivar en ansiedad, insomnio, irritabilidad y una sensación de vacío difícil de explicar. Es una fatiga que no se alivia con dormir más horas, porque no se trata únicamente de cansancio físico, sino de un gran desgaste emocional.

La culpa de parar: un peso invisible

Otro aspecto que destaca Ramírez es la culpa que muchas personas sienten por el hecho de descansar. En un sistema que exalta la productividad y el descanso parece tener que ser merecido. Leer un libro, pasear sin rumbo o tomarse un café tranquilo se transforman en lujos que sólo están permitidos si antes se ha cumplido con todo lo demás.

Patricia Ramírez propone replantear profundamente el concepto de bienestar. Bajo su punto de vita, actividades como leer, meditar, pasear o estar en silencio deberían ocupar un lugar central en nuestra vida. No se trata de descansar como una excepción, sino como una parte fundamental de la rutina.

El mito del éxito sin pausa

Uno de los grandes engaños de nuestra época es pensar que el éxito es sinónimo de sacrificio permanente. La narrativa dominante nos ha hecho creer que debemos estar disponibles 24/7, que dormir poco es admirable, y que quien se permite una siesta o un día sin hacer nada es débil o poco ambicioso.

Sin embargo, los estudios y la experiencia clínica muestran lo contrario. Las personas que se permiten descansar, que gestionan su energía en lugar de exprimirla al máximo, suelen tener una mayor claridad mental, mejores relaciones y un nivel de bienestar más estable. El rendimiento sostenido no nace del agotamiento, sino del equilibrio.

En una sociedad que empuja al ritmo frenético, detenerse puede ser un acto profundamente revolucionario. Así lo plantea Patricia Ramírez: aprender a parar sin sentirse mal por ello es uno de los desafíos más urgentes y necesarios. Implica recuperar el poder sobre nuestro tiempo, sobre nuestra atención y sobre nuestra energía vital.

Una de las propuestas más interesantes de la psicóloga es la necesidad de cambiar nuestra manera de ver el tiempo. En lugar de medirlo sólo en términos de productividad, podemos empezar a valorarlo por su calidad. Un día en el que logramos estar presentes, disfrutar de una conversación o simplemente no hacer nada sin sentir culpa, puede ser más nutritivo que uno lleno de tareas cumplidas.

El camino hacia una vida más equilibrada no es sencillo. Pero como plantea Patricia Ramírez, el primer paso para dejar de ir «en piloto automático» es tomar conciencia. Reconectar con lo esencial no es una moda ni una tendencia. Es una necesidad profunda de volver a lo humano. A lo sencillo. A lo que realmente importa.

Lo último en Lifestyle

Últimas noticias