Investigación

El plan secreto de Pujol: “La identidad catalana debe ser hegemónica en todos los campos de la sociedad”

Es probablemente el mayor plan de ingeniería social que se ha llevado a cabo en Europa en las últimas décadas: cientos de millones de euros públicos gastados en la construcción de la «nación catalana» para sembrar el camino a la independencia.

El entonces presidente de la Generalitat, Jordi Pujol Soley, aprobó en 1990 el denominado «Programa 2000» que tenía como objetivo transformar la sociedad y convertir a Cataluña en una nación que, llegado el momento, reclamara su «derecho» a la soberanía.

En aquel documento aprobado por Pujol en agosto de 1990, al que ha tenido acceso OKDIARIO, están todos los ingredientes que han cultivado los sucesivos gobiernos de la Generalitat durante las tres últimas décadas: el adoctrinamiento en las escuelas para moldear la personalidad de las nuevas generaciones, la selección del profesorado afín a la ideología nacionalista, la imposición lingüística como elemento clave de la nueva «hegemonía cultural» que debía imponerse a la sociedad, el discurso victimista basado en un «memorial de agravios» imaginarios, la construcción de mitos históricos, la infiltración de todos los sectores de la sociedad (medios de comunicación, sindicatos, entidades culturales, asociaciones de padres…) por «personas de confianza» dispuestas a aplicar esta hoja de ruta.

El documento expone estrategias propias del propagandista del nazismo Joseph Goebbels, para aplicar un plan totalitario de construcción nacional en todos los campos de la sociedad.

La carta dirigida por Jordi Pujol Soley a sus consellers en agosto de 1990.

En una carta firmada el 10 de agosto de 1990 con membrete de la Generalitat, el president Jordi Pujo Soley convocó a todos los consellers de su Govern a una reunión con Ramon Juncosa (quien ocupó varios cargos en el Departamento de Educación) con el fin de debatir su propuesta para «llevar a cabo una política activa de nacionalización».

Se trataba de un documento de 34 páginas mecanografiado en catalán, con varios anexos, que Convergencia (hoy PDeCAT) convirtió en su hoja de ruta hasta la independencia. El informe –que ha sido parcialmente desvelado hasta ahora por el semanario El Triangle– abarca los siguientes «ámbitos de actuación»: pensamiento, enseñanza, Universidad e investigación, medios de comunicación, entidades socioculturales, mundo empresarial, proyección exterior, infraestructuras económicas y Administración (acción interna de la Generalitat).

Ya desde su introducción, titulada «Cataluña y su identidad», el documento aprobado por Pujol deja clara sus intenciones: «En estos momentos, no se trata tanto de recuperar la identidad catalana (este movimiento nace con la Renaixença y tiene su punto álgido durante el Noucentisme) como de reinterpretarla, afirmarla y hacerla hegemónica en todos los campos de la actividad humana. No sólo en el campo de la cultura, sino en el de la política, la economía, la Administración…»

Y añade a continuación: «Hoy disponemos de herramientas capitales para que el modelo cultural catalán pueda penetrar (en un proceso lento aún, pero que habría que hacer definitivo y permanentemente revisable) en el cuerpo social».

El plan secreto de Pujol abarca todos los ámbitos de la sociedad, como la enseñanza, los medios de comunicación y la economía.

Para ello enumera tres terrenos prioritarios: la escuela («ahora en catalán, y después plenamente catalana, que pueda vehicular todos los contenidos socio-culturales catalanes)», los medios de comunicación de masas («y especialmente los medios públicos audiovisuales», precisa en alusión a TV3) y el «sociocultural (entidades, presencial cultural…)».

Los sucesivos gobiernos de la Generalitat no se han apartado ni un milímetro de estos objetivos, invirtiendo para ello cientos de millones de euros públicos. El “plan de nacionalización” aprobado por Pujol incluía otras metas, ya que la independencia a largo plazo no debía afectar sólo a Cataluña, sino al resto de regiones sobre las que extiende su afán expansionista, como la Comunidad Valenciana y las Islas Baleares.

El documento señala estos objetivos: “Hacer hegemónica la identidad catalana. Catalanización de la base de nuestro pueblo para construir una Cataluña fuerte dentro de unos Països Catalans fuertes, centro de gravedad del Mediterráneo noroccidental. Que este trabajo tenga el horizonte en la construcción de la plenitud nacional. Profundizar en el hecho diferencial catalán”.

Pese a presentarse simplemente como “nacionalista”, ya en aquel momento Jordi Pujol Soley había iniciado un proceso de transformación social con el fin de reclamar a medio plazo la independencia de Cataluña. Dos generaciones de niños educados en el sistema de «inmersión lingüística» y la reescritura del pasado de Cataluña debían ser suficientes para alcanzar esta meta.

El «Programa 2000» señala a los escolares e inmigrantes como objetivos preferentes del proceso de «nacionalización».

El documento original del «Programa 2000» recalca que estos esfuerzos de «nacionalización» deben centrarse preferentemente en varios colectivos: «la población infantil y juvenil, la población de origen inmigrante, sectores de la Administración del Estado aún impermeables a la normalización lingüística y sectores de población catalana con identidad aún vacilante».

Tan vacilante como las generaciones de hijos de inmigrantes de otras regiones españolas, a las que se ha persuadido para que abracen esta nueva «identidad nacional catalana», como única vía para poder prosperar en la sociedad. En muchos casos, hoy son los más decididos integrantes de los CDR que pretenden imponer la independencia por métodos violentos, alentados por el propio presidente de la Generalitat, Quim Torra: «¡Apretad, hacéis bien en apretad!»