Netanyahu apoya el muro de Trump con México: «Yo levanté uno con Egipto y paré la inmigración ilegal»
Amistad total, compromiso inequívoco y apoyo mutuo. Así se quieren relacionar Donald Trump desde Washington y Benjamin Netanyahu desde Jerusalén. Si desde la Casa Blanca se prohíbe la entrada de ciudadanos procedentes de siete países «donde prolifera el terrorismo islamista», desde la sede del primer ministro en la ciudad santa (y disputada) se aplaude el decreto con entusiasmo. Y si el estadounidense quiere construir un muro en la frontera de México, el israelí celebra la idea poniendo como ejemplo el levantado por su Gobierno en el paso a Egipto.
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha declarado este sábado su apoyo a los planes del presidente de EEUU, Donald Trump, de completar el muro de separación con México. «El presidente Trump tiene razón. Construí un muro en la frontera meridional de Israel. Detuvo toda la inmigración ilegal. Gran éxito. Gran idea», publicó Netanyahu en su cuenta oficial de Twitter.
President Trump is right. I built a wall along Israel's southern border. It stopped all illegal immigration. Great success. Great idea 🇮🇱🇺🇸
— Benjamin Netanyahu (@netanyahu) January 28, 2017
El muro con México ha roto la tradición de que el presidente mexicano sea uno de los primeros en viajar a Wasjington a saludar al nuevo inquilino de la Casa Blanca. La cita entre el nuevo mandatario estadounidense y el presidente de México, Enrique Peña Nieto, prevista para este martes 31 de enero, ha sido pospuesta precisamente por esa orden ejecutiva de Trump.Además, Trump pretende que el dinero para levantar esa barrera salga de México, lo que para Peña Nieto es «imposible, una cuestión de dignidad como país y como mexicanos».
Será, pues, Netanyahu el que los primeros días de febrero tome el avión y sea recibido en el despacho oval, pocos días después de que lo haya hecho la británica Theresa May.
El muro levantado por Netanyahu en la frontera sur con Egipto ha frenado la inmigración ilegal, eso es cierto, pero no el tráfico de armas ni el terrorismo procedente de esa zona, el desierto del Sinaí, actualmente tomado en parte por grupos leales al autodenominado Estado Islámico y con una fuerte presencia de islamistas de Hamas, el grupo que gobierna la palestina franja de Gaza y construye túneles para pasar terroristas y material bélico.
Pero hay otro muro, el que separa Cisjordania del territorio israelí. Y no sólo eso. Hace un año, Netanyahu expresó su deseo de amurallar todas las fronteras del país «para defenderse de las bestias salvajes», y anunció que Israel tendrá «una valla que se extenderá por todas partes». El muro cisjordano, al tiempo que ha dificultado la vida de los palestinos que trabajan en Israel, sí ha frenado –no evitado– las embestidas terroristas de los radicales palestinos que siguen abogando por una intifada contra Israel y su legitimidad como Estado.
Eso es precisamente lo que Trump pretende apuntalar. A los pocos días de su toma de posesión, Netanyahu retomó su iniciativa de construir 2.500 nuevas viviendas para colonos israelíes en las regiones que los judíos llaman Judea y samaria (Cisjordania), en una muestra de que las cosas han cambiado, sólo un mes después de que Obama permitiera al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas condenar a Israel por su política de asentamientos en «territorio ocupado».
Trump, todavía presidente electo, hizo gestiones por que esa resolución no saliera adelante, pero la Administración Obama todavía tenía el poder para decidir, y quiso saldar cuentas por la mala relación y las tensiones con Netanyahu durante los ocho años en que ambos han cohabitado, uno en Washington y el otro en Jerusalén.
La disputada ciudad santa es otro de los símbolos: Trump quiere llevar allí la embajada estadounidense, actualmente sita en Tel Aviv, como el resto de las legaciones diplomáticas de los países que mantienen relaciones con Israel. La medida «incendiará Oriente Próximo», advirtió al presidente de EEUU por carta Abu Mazen, presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).
Y no sólo eso, este mismo sábado la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), germen del actual gobierno en Cisjordania, ha advertido de cuál será su primera decisión en el caso de que EEUU haga esa mudanza tan poco ‘diplomática’: dejará de reconocer al Estado de Israel.
¿Y la paz? ¿Y la solución de dos Estados para dos pueblos? ¿Y lo de fin del conflicto a cambio de territorios? Si ha habido algún momento en que todo lo avanzado desde la cumbre de Madrid de octubre de 1991 ha estado en riesgo es éste.
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